CRÍTICADECINE
La vida silenciosa
LAS HEREDERAS
Producción de una cinematografía prácticamente inexistente, la paraguaya, y que siguiendo la estela de ese nuevo aliento que ha tomado el cine latinoamericano se erige como una de las películas del año, arrasando en el festival de Berlín y colocando a su director, Marcelo Martinessi, con su ópera prima como un cineasta a seguir y a dejarse fascinar por esa templanza y ese lenguaje cinematográfico al que casi le sobran las palabras, ya que Las herederas es una película intimista que, siendo un drama, huye del dramatismo; que fusiona los silencios con precisión e inunda los rincones de esa gran casa venida a menos, lugar donde habita una mujer que ha cruzado los 60, que se ve obligada discretamente ante la crisis económica que atraviesa a ir vendiendo poco a poco todas sus pertenencias, muebles, objetos, el legado familiar, situación agravada cuando su compañera de siempre es ingresada en prisión. La grandeza de Las herederas nace cuando unas circunstancias tan trágicas sirven a su vez como motor que reaviva al personaje, que la impulsa a salir de un enclaustramiento deprimente y buscarse la vida como conductora de señoras acomodadas, al tiempo que se reavivan sus sentidos, su percepción de enamoramiento, sensaciones de deseo que habían quedado relegadas al olvido. Martinessi traza una historia mínima y la hace importante, en la que las mujeres son un todo y en la que una actriz como Ana Brun, que a través de su fascinante mirada lo explica todo, lo ve todo con infinita tristeza, con la languidez del observador melancólico, aportando un sentimiento que adorna una crónica sobre la vida que se tiene y sobre la voluntad de no resignarse a ella.Dirección: Marcelo Martinessi.
Intérpretes: Ana Brun, Margarita Irún, Ana Ivanova.
Cine: Screenbox Funatic.
★★★★☆