SEGRE
Lo viejo y lo nuevo

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DOBLES VIDAS

Cine: Screenbox Funatic.


País: Francia.

Dir.: Olivier Assayas.

Int.: Juliette Binoche,

Guillaume Canet, Vincent Macaigne.

★★★★
Decía Voltaire que lo superfluo era algo muy necesario. Y eso se convierte en un arte en las historias de cineastas franceses como Jacques Rivette o Éric Rohmer y, por supuesto, en Olivier Assayas, ya que tras disquisiciones varias, conversaciones que no alteran el tono, entre la cotidianidad de una pareja o del artista frente a los demás, se esconden verdaderas minas sumergidas que explosionando afectan la moral del otro, y que, sin embargo, parece que nada altera, que todo tiende hacia una normalidad, verdadera o fingida, haciendo válida la frase que en Dobles vidas recuerda a El gatopardo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa: “Que todo cambie para que todo siga igual.” Esa máxima promueve la película de Assayas, en el avance tecnológico que afecta al mundo editorial, el acoplarse a los nuevos tiempos de una era digital, del responsable de una reconocida editorial que debe asumir esos cambios para no perder mercado, apoyado por una joven amante que tiene y defiende sus propias estrategias para dar ese salto del papel a las nuevas tendencias. El comprender esos nuevos recursos junto a un escritor amigo que en su literatura vampírica absorbe el alma y los momentos vividos con otros o con otras, abriendo una especie de juego de infidelidades cruzadas que forman ese tendón que une a los personajes. Y en esa relación de trabajo y en esas relaciones de parejas es donde la brillantez de los diálogos, la rapidez de los mismos que inundan cada escena, la película brilla, se torna ácida, crítica, resbalando como si nada sucediese cuando todo está enrevesado, cuando todos mienten, cuando todos sienten. Y claro, ahí está Juliette Binoche, que entre el discurso sobre nuevas formas de consumo de cultura, de trampas y nostalgias, se encuentra con sus propias ideas, en su trabajo de actriz en una serie que no le proporciona dicha alguna, y que mantiene relaciones secretas en ese engranaje jugado a varias bandas.

Se habla de Michael Haneke y La cinta blanca o de Star Wars como recordatorio de vivencias secretas que el amante publicará porque no sabe hacer otra cosa que escribir de lo que hace en la realidad; de Ingmar Bergman y su película Los comulgantes, sin ningún ánimo cinéfilo. Incluso se le hace un guiño a la propia Binoche, incluyendo su nombre en una charla frente a Selena, esposa del editor y personaje que interpreta ella misma. No hay dramas que rasguen vestiduras, las dosis de acidez son bien medidas, todo avanza; son tiempos mudables y nosotros con ellos, viviendo con las mismas taras y las mismas virtudes.

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