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Aquellos que te quieren

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EN BUENAS MANOS


País: Francia (2018).

Directora: Jeanne Herry.

Intérpretes: Sandrine Kiberlain, Gilles Lellouche, Miou-Miou.

Cine: Funatic.

★★★
Existen formas diametralmente opuestas para tratar temas que afectan a los niños en un país como Francia, y ambas son ciertas, ambas forman parte de un tejido estructural dependiendo del momento, de la atención adecuada de los servicios sociales de aquel país, del grado de protección que se elabora a través de sus leyes y de sus políticos. Una de ellas, la menos favorecedora la pudimos ver en una extraordinaria película de Bertrand Tavernier, Hoy empieza todo, de 1999, donde en una escuela de párvulos de extrarradio en una zona donde abunda el paro, el director de la misma y sus profesores irán más allá de sus obligaciones para dar a los niños sus más básicas necesidades ante la falta de ayudas sociales. Tavernier pone el dedo en la llaga, ataca la falta de conciencia, las falsas promesas, la mentira de Estado y pone en manos de gente invisible, de los cuidadores, toda la carga emocional, todo lo bueno que guarda el ser humano.

La otra mirada está reflejada en esta película, En buenas manos, que como reza su título en España marca un engranaje milimétrico y profundamente estudiado para proteger a los niños entregados en adopción, en este caso, un bebé recién nacido cuya madre ha decidido no hacerse cargo de él. Al margen de sus aciertos a nivel humano, esta película muestra una organización depurada, cuidadosa con el futuro del niño, muy seria dentro de un estado que los ampara hasta el más mínimo detalle.

Son dos puntos de vista diferentes, seguramente apoyados por el momento en que se hicieron ambas películas, en las leyes cambiantes, pero si Hoy empieza todo tenía una carga emocional que nacía a partir de las deficiencias, en En buenas manos todo recae en la naturaleza de las personas encargadas de que se cumplan todos los requisitos para favorecer la adopción.

En ese plano, la película es magnífica, sigue rigurosamente todos y cada uno de los protocolos que se llevan a cabo a través de las personas encargadas de tramitarlos, de sentirlos, de vivirlos sinceramente, como ese padre temporal –excelente como siempre Gilles Lellouche– contratado para cuidar al bebé hasta que el equipo de trabajadores sociales encuentren lo mejor para él, o de cada uno de los personajes que crean subtramas alrededor de esta historia con vocación humanista, cargada de buenas intenciones y dando a conocer cómo se trabaja en el campo de la adopción, algo que la realizadora Jeanne Herry profundiza a conciencia a la vez que tira de los hilos de la emoción con fuerza para conmovernos mucho, muchísimo.

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