CRÍTICADECINE
Persistente memoria
VITORIA, 3 DE MARZO
Cine político, memoria crítica de una página negra sobre los hechos acaecidos al poco de morir Franco cuando en Vitoria el 3 de marzo de 1976 la policía cargó en el transcurso de una asamblea de trabajadores que instaba a la huelga general causando cinco muertos y más de un centenar de heridos. Una tragedia que ahora rememora Víctor Cabaco con una película que utiliza estos hechos intercalando una ficción que gira en torno a una familia inmersa en los acontecimientos, así como una relación amorosa dentro de la tormenta. Cabaco también utiliza material documental para remarcar la veracidad de lo que se cuenta y coloca una elaborada puesta en escena de la España de los 70, de la movilización ante las injusticias laborales, de los jóvenes idealistas, de canciones reivindicativas –Paco Ibáñez y su mítico disco registrado en el Olympia de París suena con constancia–, de la soez y manipuladora represión del gobierno, de ese momento de una España rancia donde todo estaba prohibido a pocos meses del referéndum de julio. Este necesario cine social, aquí se ve lastrado en parte por esa comunión entre realidad y ficción que no acaba de encajar, aunque haya un gran esfuerzo por dar credibilidad a la película –el desalojo en la iglesia así como la carga es encomiable– o cuando las grabaciones reales de la policía decían cosas como: “Aquí ha habido una masacre” o “Estamos gastando todas las municiones”, recordando ese pálpito de rabia que pudimos sentir con el documental Llach: La revolta permanent, firmado por Lluís Danés en 2006. De todos modos, Vitoria, 3 de marzo sirve para devolver a la memoria un pasado que parece condenado a repetirse siempre.Dirección: Víctor Cabaco.
Intérpretes: Ruth Díaz, José Manuel Seda, Alberto Berzal.
Cine: Screenbox Funatic.
★★★☆☆