CRÍTICADECINE
Un regalo para los ojos
Dirección: Michel Ocelot.
Género: animación.
Cine: Screenbox Funatic.
Con Dilili en París, y por el contexto donde enmarca la trama de una niña llegada de Nueva Caledonia a la ciudad de la luz en plena belle époque, e inmersa en un argumento en el que lo real se entremezcla con lo fantástico y cobra forma entre indagaciones y búsquedas donde van apareciendo una galería de personajes ilustres, Ocelot puede abrir un muestrario de personajes que van de Pasteur a Madame Curie; de Renoir, Toulouse-Lautrec a Picasso y otras figuras que marcaron un tiempo y un lugar, como Colette o el compositor Satie, formando técnicamente esos planos claros, en los que la utilización de la fotografía es magistral y que se revela como un homenaje a esta ciudad, a sus edificios y calles, a esa cuidada ambientación con capacidad de fascinar. Dilili en París logra que recordemos a otro grande, al extraordinario dibujante de cómic Tardi, y a su personaje de principios del siglo XX, Adèle Blanc-Sec, y su rol de investigadora que, como Dilili, vive en un tiempo de maravillas técnicas y de nuevos retos científicos, lo que proporciona que París sea sinónimo de aventura. En esa línea se mueve el gran Michel Ocelot para regalarnos una joya, una más, de la animación.