CRÍTICADECINE
Bailar en el infierno
Cine: Screenbox Funatic.
País: México, 2019.
Dir.: Hari Sama.
Intérpretes: Xabiani Ponce de León, José Antonio Toledano.
Ahora, el realizador Hari Sama propone con Esto no es Berlín una mirada retrospectiva a la juventud que él vivió en primera persona, a un país encasillado, clavado y totalmente distanciado de movimientos contraculturales europeos que afloraban en ciudades como ese Berlín de la década de los 80 y 90. Sama se centra en el tiempo del campeonato mundial de fútbol de México’86 y en un joven, su amigo y la hermana de este, de familia bien, en un aprendizaje subterráneo hacia lo contestatario, hacia nuevas músicas como el punk, incluso a recitar versos de Patty Smith hacia el poeta temprano Rimbaud en clase.
Existe un rechazo de la pandilla hacia los cambios que sufren sus colegas, que pasan de un gamberrismo light y videojuegos a un territorio que estalla en inconformismo total, en sexo y drogas duras, en arte contestatario, en performances críticas, en una vida de garito nocturno.
Pero en Esto no es Berlín también hay bifurcaciones que caminan paralelas, drama, descontento, núcleo familiar quebrado, dudas a la hora de ser diferente del resto, a resistirse sin cambiar el fondo o de tener al lado a esa especie de tutor que lo aconseja ante ese mundo de nuevas sensaciones subversivas, rol que se ejerce el propio Hari Sama.
La película retrata un momento en México donde hubo esa especie de revolución contestataria que experimentó cambios radicales, ese aire de libertad amplia para encontrar caminos de expresión y creatividad, pero también hay cierto aire de moralina, de aviso de los peligros de estar en el ojo del huracán, del tributo que hay que pagar cuando se baila en el infierno. Eso reblandece el discurso, aunque los mexicanos y su cine estén hoy por hoy a la cabeza y no piensen frenar.