Cronología del horror

Si fuese ficción, esta película dejaría mal cuerpo, pero no, lo que sucedió hace ocho años en la isla noruega de Utoya fue real, y allí murieron 77 jóvenes a causa de los disparos de un salvaje ultraderechista, y eso destroza, derrumba todas tus defensas emocionales, te traslada a lo más profundo del pánico, a la indefensión de adolescentes del partido laborista que de estar alegres y festivos, pasaron a ser víctimas de un desequilibrado con un plan de exterminio fríamente planificado. Primero colocó bombas en edificios gubernamentales en la capital y después, vestido de policía, acudió a la isla para masacrar a conciencia todo lo que se movía, todo lo que intentaba huir en un lugar donde era difícil ocultarse.

Erik Poppe realiza en tiempo real, en un solo plano secuencia, toda la angustia y el terror que sintieron, toma el pulso a la tensión, a los nervios, a la sensación de que en cualquier momento pueden morir a sangre fría. El asesino se intuye, no está a la vista, está ahí y lo adivinamos porque durante todo el metraje se oyen los disparos que efectúa, sesgando vidas, mientras que nada ni nadie acudirá al rescate prontamente al frío lugar de la tragedia.Utoya. 22 de julio se centra en una joven de 18 años, y junto a ella, sentimos el miedo, el pulso, los silencios rotos por gritos y el ruido seco que provocan los tiros. Esa huida hacia ninguna parte con la muerte a cada paso. Esta es una película que te desgarra provocándote una ira sin fin hacia aquel criminal de nombre Anders Behring Breivik, el mismo que aseguró con orgullo en el juicio que lo volvería a hacer, dejando claro que los diablos existen y lo que es peor, que se vanaglorian cada día de serlo.