Desde la ausencia

Una cosa destacable en esta película es la buena promoción que ha tenido. Esto es sinónimo de confianza en Dani de la Orden como un director que llega al público con historias entre la comedia y el drama y, por qué no decirlo, con recursos para no dejar con mal gusto a nadie. Litus no es una excepción, utiliza una obra teatral escrita por Marta Buchaca y ha realizado una película que en su decorado casi único sigue siendo teatro. Una reunión donde amigos, hermano y la mujer que lo amó se reúnen un tiempo después del suicidio de Litus, que ha dejado sensación de desamparo y muchos espacios compartidos vacíos, incluso en cartas escritas que nunca pensó. Y en ese encuentro en el salón, todos se dicen cosas, se preguntan cosas, se recriminan y le recriminan, formando un estado de sinceridad sobre sus propias vidas y cómo las viven.

Dani de la Orden enmarca su película en una edad, en su edad, en los 30 años, en el tiempo en que se toman decisiones, en el que uno se ordena porque el futuro está ya en el presente, cuando todo se transforma en adulto y las obligaciones aparecen.

Las conversaciones se tornan un tanto atropelladas, se trastabillan, porque se habla todo el tiempo, incluso cediendo espacio a monólogos que ponen al descubierto las carencias afectivas de cada uno. Salvando la distancia, funcionan como Los amigos de Peter que ellos mismos mencionan, y donde Quim Gutiérrez y Belén Cuesta ponen un grado más de nivel interpretativo en un drama que quiere caminar hacia el buen rollo, a aquello que le guste al espectador, aunque sepamos que la vida no se arregla con una canción bonita, ni forzando arrumacos de última hora.