CRÍTICADECINE
El lugar del padre
AD ASTRA
El universo insondable y llegar a sus límites para que un vacío existencial se convierta en la constatación de la nada más absoluta, de la finalización de una búsqueda interior que ha ido alimentando la melancolía, tristeza, y la sensación de abandono emocional de su protagonista, un astronauta cuya misión lo ha de llevar hasta los confines del sistema solar donde dos décadas antes desapareció su padre en una misión anterior, creando un enigma, una introspección tanto profesional como personal. James Gray ha dirigido Ad Astra apoyándose en los pilares de la obra El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, como ya hizo Coppola en Apocalypse Now y ese viaje alucinante del capitán Willard hacia el encuentro del coronel Kurtz y sus incógnitas, y lo ha hecho con la esencia de un personaje que, a través de sus pensamientos, nos abre su desasosegada alma que esconde tras una coraza de extraordinario profesional, un hombre dentro de un tiempo en el que la Luna o Marte son territorios tan familiares como empobrecidos por el ser humano, formando parte de las escenas de acción más directas en la película. Tras la belleza de una maravillosa estética visual, Ad Astra se sumerge en un personaje que soporta mal su propia existencia, su padecimiento, su soledad y su tendencia a la incomunicación. Eso lo refleja con un gran dominio actoral Brad Pitt, que transmite a través de su mirada toda la hondura de su aflicción en un trabajo de ciencia ficción que entre la calma y el silencio, entre su elegancia en imágenes poderosas, promueve dilemas morales y encuentros con el pasado para hacer frente al presente. Ya lo dijo Conrad en su novela: “Vivimos como soñamos, solos”.Dirección: James Gray.
Int.:
Brad Pitt, Tommy Lee Jones, Donald Sutherland.:
Cine: JCA Alpicat, Urgellenc (Tàrrega, Balaguer).
★★★★☆