CRÍTICADECINE
El equipo más descarado de la Marvel
Lo portentosamente visual se da la mano con una historia con diversas ramificaciones, en la que cada uno de los protagonistas tiene su álbum de recuerdos, su fachada de héroe forzoso que guarda un corazón sensible y dedicado a salvar a un amigo aún a riesgo de la vida propia y, de paso, al universo del malvado de turno ejerciendo de Dios, convencido de que sus errores son verdaderamente el embrión de la perfección.En casi tres horas de metraje nos volvemos a encontrar con este grupo de seres peculiares avanzando hacia lo que parece ser el cierre de una trilogía que ha puesto a los héroes de Marvel en el lado más gamberro para disfrute del personal con personajes con carisma, y donde el mapache Rocket se convierte aquí en el eje central que sustenta esta entrega.En realidad, esta banda tan marginal como variopinta sobrevive gracias a sus propias emociones, que basculan entre lo gracioso y lo dramático, y donde cabe hasta un cameo de Sylvester Stallone. ¿Necesario? Pues no, pero qué más da. Lo importante son los mundos destruidos, la lucha entre el bien y el mal, los traumas personales y el sentido de la amistad más allá de las estrellas.
Eso sí, al ritmo de una potente banda sonora y ganas de dar lo que sus fans requieren y agradecen.