CRÍTICADECINE
Los bailes silenciosos
Una agresión por parte de un terrorista protegido la llevará al silencio, al trauma de quedar sin habla, de tener que recuperarse de una fractura, de esforzarse para salir de un mundo de desgracia, y reinventarse. Houria tiene el apoyo de una madre que sabe lo que significa sufrir en un lugar hostil, de una amiga que sueña con un viaje marítimo que la lleve donde poder ser alguien, donde el sol la sonría.Houria es una historia de superación reforzada por la unión de un grupo de mujeres con sus traumas a cuestas, víctimas todas ellas de un tiempo que les es adverso. Apoyadas por esa joven que no ceja en su empeño de no ser derrotada, levantarán su orgullo, se ampararan unas a otras, y bailarán en las azoteas, se ondularan como el movimiento del mar, se mecerán en él en honor a la amiga perdida, sabedoras de que no existe nada ni nadie que lo pueda impedir siempre.La realizadora argelina Mounia Meddour hace un retrato de la mujer más allá de los elementos dramáticos por los que discurre la trama.
Adapta a las imágenes musicalidad, restaura las fisuras emocionales y carga de esperanza sin utilizar el exceso trágico pese a que existan momentos severos que no puede esquivar.La mirada y gestualidad de la actriz Lyna Khoudri, que ya ha dado el salto al panorama internacional, refuerza esta historia que, con apabullante sencillez y bella imagen, incluso sin voz, eleva su mensaje para dejar testimonio de cómo vive la otra mitad.