CRÍTICADECINE
La belleza interior
EL REGRESO DE LAS GOLONDRINAS
Esta es una película tan conmovedora, tan triste, tan cargada de generosidad en sus personajes centrales que de principio a fin se introduce en nosotros hasta los huesos, que desarma cualquier tipo de resistencia emocional, que te cautiva desde el momento en que dos seres rechazados por personas con mucha menos dignidad y humanidad que ellos aparecen para que, a través de su humildad, de su impericia en relacionarse, de su sencillez frente a la vida, frente al amor, den una soberbia y enorme lección moral. En una China que va atravesando el mundo rural como una apisonadora, donde el engañoso progreso solo alberga a individuos farsantes y aprovechados, sobreviven Ma, una mujer despreciada por su propia familia y con sus taras asumidas en silencio, y Cao, otro ser raído por el esfuerzo, por el duro trabajo y un nadie para los suyos, quienes aceptan un matrimonio concertado para no soportar la vileza de todos los que les rodean.El realizador Li Ruijun, a través de unas magníficas imágenes casi sin diálogos –y los pocos que se desarrollan tienen una sencillez sabia–, se acerca al esfuerzo reservado, al sufrimiento que no pierde el sosegado tono del relato, al ciclo de la vida rural desde una precariedad absoluta, pero con la obstinación de unas personas tan nobles que van atando sus vínculos afectivos tan fuertemente como se enlaza una figurita hecha de trenzas de trigo.El regreso de las golondrinas te marca a fuego, se apodera de ti, ya que a través de la pesadumbre, de la austeridad más absoluta, del sacrificio y de la siempre constante amenaza de lo discutiblemente civilizado, se impone la más pura de las delicadezas y, pese a que la vida golpea fuertemente en el aspecto emotivo, no se olvidan las cosas más pequeñas que, en definitiva, forman la raíz de las más hermosas.★★★★☆