MI NOMBRE ES ALFRED HITCHCOCK
Título original: My Name Is Alfred Hitchcock
Año: 2022
Duración: 120 min.
País: Reino Unido
Dirección: Mark Cousins
Cine: Screenbox Lleida
Que el norirlandés Mark Cousins es actualmente el mayor divulgador de cine es una certeza. Sus elaboradas series documentales como
La historia del cine: Una odisea, un recorrido por cineastas y películas tratados de forma extraordinaria a través de 15 capítulos, son buena prueba de ello. Pero Cousins es mucho más. Su estudio de 14 horas sobre la mujer en el cine titulado
Women Make Film es de obligado visionado para los amantes del séptimo arte y una justa reivindicación, y
La mirada de Orson Welles también es para ver y admirar una y otra vez. Son bastantes los trabajos de Cousins, siempre con la mirada puesta en los elementos y particularidades de un espectro tan grande, tan asombroso y excepcional como es la imagen en movimiento. Ahora nos regala un documental que es pura pedagogía sobre un cineasta esencial como Alfred Hitchcock pero no utilizando las reglas al uso. Cousins es sabedor de la vasta información sobre este realizador británico, de entrevistas míticas como la realizada por François Truffaut, de revisitaciones constantes a su trabajo, a sus películas, a su modo de entender el cine. Por ello, coloca al mago del suspense en primera persona y le da voz, una voz particular que planea durante todo el metraje, la palabra de un hombre que ya no se encuentra entre los vivos y que después sabemos que esa voz pertenece al actor Alistair McGowan dando la sensación de que “Hitch” se ha apoderado de su alma, o todo lo contrario.
Yo soy Alfred Hitchcock da un paso más a todo lo filmado y escrito sobre él, que se presenta ante el espectador como “un feriante”, y un trilero genial, capaz de revolucionar las fórmulas clásicas, de convertir la cotidianeidad en un malévolo juego en el que su técnica conducía al espectador a diferentes niveles, donde sus obsesiones eran mostradas como las de otros, donde su inagotable imaginería proponía un encaje entre lo macabro y el humor negro, haciéndonos sentir incapaces de adivinar la siguiente escena, que podía pasar de lo superfluo a lo esencial.Dividido en seis partes, “Evasión”, “Deseo, “Soledad”, “Tiempo”, “Plenitud” y “Altura”, Hitchcock va marcando cada una de sus claves cinematográficas, además de su pensamiento, en torno a su vida privada. La técnica, el movimiento de cámara, la disección de la condición humana y de la propia, los deseos y los remordimientos hilvanados, el uso tanto del color como del blanco y negro, los espacios como parte referencial y fundamental, el detalle que por insignificante no menos importante, lo que se ve y lo que se intuye, la pasión hacia sus actores y actrices, esa obsesión por la huida personal que trasciende en sus películas. A través de fragmentos de sus trabajos adivinamos ese halo de genialidad, esa huella personal que él mismo nos cuenta desde el más allá, y sin embargo cercano, divertido y a su vez melancólico, narrando una mentira que coloca entre el metraje como un niño travieso.Se han hecho y seguirán haciéndose películas, unas buenas, otras regulares y también malas, pero las de Alfred Hitchcock continuarán siendo irrepetibles y extraordinarias siempre.