Grabado en la piel

Decía Marcel Proust que el deseo nos fuerza a amar lo que nos hará sufrir. En Creatura no son romances de revista amarillenta lo que se ofrece. Es una historia mínima, que resulta máxima, para un ser que la vive y la habita desde el desasosiego, la rebeldía, la inquietud, la atracción sexual reprimida, el deseo y el sentido de culpa, en ocasiones bajo la sombra del padre, de la incomprensión que nace y vive en cada parte.

Algo que recuerda y se refleja en la piel, en una urticaria nerviosa, tal vez producida porque no se ha obtenido todo lo que esta persona puede dar y recibir. Elena Martín, en su segunda película tras Júlia ist –que dirigió y protagonizó–, y del corto de Irene Moray Suc de Síndria, donde como actriz resultaba tan creíble y natural, lleva a cabo como directora y también poniéndose tras las cámaras esta Creatura con un argumento escrito a cuatro manos con Clara Roquet, magnífica guionista y realizadora responsable de la excelente Libertad. Desde una mirada íntima, desde tres épocas diferentes, la niñez, la adolescencia y la edad adulta, Elena Martín nos acerca a Mina, una mujer que guarda fisuras emocionales de su pasado, con vivencias que la han reprimido, que han perturbado el deseo natural que anida en nosotros y que, por tabúes e incomprensión, han roto la esencia de una persona que en su realidad cotidiana quiere que las cicatrices se cierren y le permitan desarrollar su sexualidad sin bloqueos, esos que tanto perturban al personaje y que no entienden en su círculo más cercano.Elena Martín se apoya en tres edades distintas como una introspección sobre los sentidos, como esa complejidad que pasa de la curiosidad al agobio, como un estudio en torno a su propio cuerpo y a su intimidad, y lo hace de un modo valiente, incluso arriesgado, buscando la realidad, mostrando lo que en el cine no es frecuente, y esa es la fuerza que emana de Creatura, que mereció el premio a la mejor película europea en la Quincena de Realizadores en el pasado Festival de Cannes.Ese retorno al lugar familiar, esa casa de la costa donde Mila pasó los veranos de su infancia y adolescencia, enmarca su presente y su pasado; el presente junto a su pareja, que no alcanza a comprender la frustración de ella, y el pasado que no tuvo la reparación de sus sentimientos.Creatura mantiene ese halo de sinceridad que expone sin cortapisas.

Incluso no pretende juicio alguno, ya que su mayor virtud es la de un retrato femenino tan poderoso que incluso queda grabado en la piel. Aunque quien puede explicarlo con detalle, con entendimiento profesional y emocional, es la propia Elena Martín, que hoy (20.00 h) presentará y comentará la película personalmente en las salas Screenbox Lleida con los asistentes. Un lujo, un regalo de puro cine.