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Un fotograma de la pel·lícula ‘Ashkal, los crímenes de Túnez’.

Un fotograma de la película ‘Ashkal, los crímenes de Túnez’.

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ASHKAL, LOS CRÍMENES DE TÚNEZ

★★★✩✩

Un 17 de diciembre de 2010 Mohamed Bouazizi, un vendedor ambulante, se inmoló en señal de protesta, desatando la famosa revuelta popular en Túnez que provocó la caída del dictador Zibe El Abidine Ben Ali, que llevaba casi tres décadas en el poder. Una rebelión que se extendió a otros países vecinos y que pasó a denominarse la Primavera Árabe. Hubo más suicidios entre las llamas, y estos hechos le sirven al realizador Youssef Chebbi para desarrollar una intrigante historia enmarcada en lo que en su día se denominaron los Jardines de Cartago, en el norte de Túnez, con la construcción de una serie de edificios mastodónticos que pretendían dar imagen de ciudad en progreso y que a causa del levantamiento quedaron paralizados, aunque las obras se reanudaron lentamente en 2011. La visión de esos esqueletos de cemento y hierro, una imagen de abandono total donde la naturaleza va comiéndose lo que era en apariencia un paso evolutivo de modernidad, marca el desarrollo de una película compleja, que plantea más preguntas que respuestas que van quedando en el aire y que transfigura el género policíaco en fantástico.Dos detectives investigarán la muerte de uno de los vigilantes de ese complejo fantasmagórico. El fallecido se halla completamente quemado. ¿Suicidio o asesinato? Fatma, una joven policía, y el veterano Batal investigarán el suceso, pero se irán sucediendo más inmolaciones, más misterios casi imposibles de resolver, teniendo a una figura encapuchada como otra pieza de ese rompecabezas en el que Chebbi incluye una crítica a la situación del país, a hechos que implicaron a la propia policía que debió rendir cuentas en casos de corrupción y brutalidad.Fatma es una mujer entre un ambiente masculino. Busca la clave del enigma entre una atmósfera de nocturnidad. Todo es pausado, todo adquiere un aspecto de abandono del espacio y de la moral de sus compañeros, que incluso intentan acusar a dos hombres de una de las muertes dejando palpable su estilo de antaño, maneras que apenas han cambiado.Todo es extraño en esta película, su complejidad, sus silencios, su calmoso ritmo, sus cabos sueltos que no acaban de anudarse, esa sensación de que el tiempo se ha detenido y que siguen sucediendo misteriosos e insólitos hechos que uno no alcanza a comprender. Esa mirada crítica hacia un país y su pasado más reciente, a su presente vacío, enrarecido, con más sombras que luces, convierte la película Ashkal en un trabajo singular, en una rareza en sí mismo, al que uno le sigue dando vueltas después de haberlo visionado.

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