CRÍTICADECINE
Un tipo duro de pelar
BEEKEEPER: EL PROTECTOR
★★★✩✩
No nos vamos a poner exquisitos. Quien va a ver una película protagonizada por Jason Statham ya sabe lo que le espera, no hay trampa ni cartón. Este tipo pétreo que parece esculpido en mármol, inclemente y áspero, solamente tiene un registro actoral, la mirada fría como el hielo y un cuerpo poderoso. Pero eso sí, da unas hostias como panes y no se para a meditar disquisiciones sobre el bien y el mal. Destroza al que se le pone por delante y punto.Statham, que durante más de una década perteneció al equipo británico de salto de trampolín, vamos, un atleta, le debe al realizador Guy Ritchie estar donde está, o sea, en la cima. Películas como Lock & Stock o Snatch. Cerdos y diamantes lo convirtieron en un actor popular y, posteriormente, las entregas de Transporter lo acabaron de encumbrar. A partir de ahí, Statham ha ido repartiendo a diestro y siniestro y ganando acólitos por miles. Estando así las cosas, esta consolidada estrella del cine de acción da lo que le piden y habrá que reconocer que eso lo hace a la perfección. Ahora produce e interpreta Beekeeper: El protector enfundándose el mono de trabajo de un apicultor tranquilo, con la filosofía que le da el saber sobre el mundo de las abejas, agradecido a una mujer que le ha aportado un poco de humanidad en un mundo cruel, ya que el hombre tiene un pasado que ha dejado de lado. Cuando una estafa informática desarrollada por una gran empresa que se dedica a vaciar las cuentas de gente honesta le afecta, afloran los demonios que lleva dentro.Su presente lo devuelve a lo que fue, un miembro secreto de una organización estatal llamados beekeepers, máquinas de matar sin escrúpulo alguno y tozudos hasta decir basta. Lo que sucede a continuación es una bola que se va haciendo cada vez más grande, que llega en gran medida hasta las cúpulas más altas del país, y con un rebelde justiciero porfiado en acabar con la colmena dañina, donde habitan zánganos y soldados que sirven al mal. Obviamente, aquí todo son excesos, con temática básica como excusa para el lucimiento del héroe que no quiere serlo pero que no para de aniquilar a un número incontable de enemigos. Lo destacable en esta película es ver que ya nada será igual que antes, que existe una violenta coreografía muy desarrollada, diseñada en cada escena con precisión, algo que también observamos en las entregas de otro férreo personaje como es John Wick, que le ha dado a Keanu Reeves carta blanca para demostrar que puede ser muy sufrido y resistente.Ya les digo, de credibilidad, Beekeeper no tiene ninguna, pero explosiones, disparos y miembros rotos los que quieran, a parte de muertos de las formas más feroces y despiadadas. Estamos ante un tipo de producciones muy cercanas al videojuego, trabajadas desde la espectacularidad del enfrentamiento, de la resistencia del personaje central ante una única misión: llegar hasta el final dejando tras de sí un reguero de sangre y bajas. Y si encima ese protagonista es un actor tan carismático para muchos como Jason Statham, pues nada, a disfrutarla. O si no se forma parte de esa legión de admiradores, pues a otra cosa que, como decía aquel, para gustos, los colores.