Una mina de oro agotada
CAZAFANTASMAS: IMPERIO HELADO
★★★✩✩
Las franquicias son las minas de oro para los ejecutivos del mundo del cine. Prima la taquilla y hay que apurar las vetas hasta que no haya más rentabilidad que sacar de ellas. Por esa razón se entiende otra nueva entrega de cazafantasmas. Es cine familiar, asegura rédito, no es necesario construir un guion demasiado trabajado, los efectos especiales hacen el resto y, si al menos entretiene y uno se deja llevar, pues el negocio habrá valido la pena.Hace ya 40 años de la primera incursión de Los cazafantasmas, una película que se hizo tan entrañable que sorprendió viendo a cuatro tipos atrapando fantasmas, empapados en masas viscosas y salvando la ciudad de Nueva York de un caos sobrenatural. Incluso quedó retenida en la memoria aquella pegadiza canción, Ghostbusters, de Ray Parker Jr. Todo en plan de comedia fantástica.Después vino una segunda entrega que marcaba idénticos parámetros que su precursora. Y tras eso, quedó la nostalgia, el recuerdo de dos películas que nos lo habían hecho pasar muy bien.Pero claro, había que recuperar el mito, aprovecharse evocando tiempos pasados e intentar dar algún giro al tema, que el envoltorio fuese distinto para un mismo contenido. Y así llegaron las chicas cazafantasmas, que pasaron sin pena ni gloria y, en 2021, Cazafantasmas: Más allá, dirigida por Jason Reitman, hijo de Ivan Reitman, el primer director que tuvo la saga. La película se vendía casi como un homenaje a este cineasta y también al desaparecido Harold Ramis y, de paso, presentando a nuevas generaciones de buscadores de espectros.Ahora, bajo la dirección del guionista Gil Kenan, que ha cambiado los papeles con Jason Reitman, llega esta última entrega con tres generaciones en liza enfrentándose a un malvado espeluznante, donde la familia Spengler hará que se retorne al origen, ese Nueva York amenazado. Surgen de nuevo los originales Dan Aykord, Ernie Hudson y en especial Bill Murray, con sus fugaces apariciones. En fin, una familia con adolescentes metidos en faena, con una quinceañera que tiene sus momentos con otro fantasmal ser, un matrimonio en el que el padrastro esta más por ser un buen tipo que por otra cosa, algunos gags de mérito –pocos–, muertos congelados en el inicio y un maestro del fuego en contraposición a ese malvado del hielo.Mucho ectoplasma, protones a saco, guiños por doquier con personajes fantásticos revisitados por si alguien sentía añoranza. Seres de otro mundo amenazando al nuestro y ese poco más de lo mismo en torno a algo que fue pero que ya no puede dar más de sí, que ha agotado todos sus recursos, que ha entrado en esa imparable línea descendente. Sería hora ya de cerrar la mina. La nostalgia, visto lo visto, es otra cosa.