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LA PATRIA PERDIDA

★★★★✩

Un dilema terrible en la mente de un adolescente en tiempos políticamente turbios promueve el hilo conductor de una película dramática y emocional, que avanza hacia la más completa desilusión para un personaje que directamente carga con los actos de su entorno más íntimo hasta hacerlos insoportables.Stefan tiene 15 años, vive con su madre divorciada y se lo pasa bien en la casa de campo de sus abuelos. Tiene un amigo inseparable, estudia, juega a waterpolo, comienza a sentir deseo por las chicas –sobre todo por una–. En definitiva, es un joven que tiene una edad para disfrutar y avanzar en la vida. Lo que sucede es que Stefan es hijo de la portavoz del partido de un ser históricamente deleznable, Slobodan Miloševic, un dictador y represor que protagonizó un fraude electoral que dio lugar a manifestaciones y enfrentamientos violentos en Serbia y que acabó siendo acusado y detenido por el Tribunal Penal Internacional por crímenes de guerra durante la guerra de Yugoslavia, y que fue encontrado muerto en su celda en 2006. El estrecho vínculo afectivo entre madre e hijo se va distorsionando. Stefan se ve sometido a una presión insoportable. Adora a su madre, ella lo cuida, lo intenta mantener fuera del alcance de una corrupta política que ella misma ejerce, pero él no vive en una burbuja. Es el hijo de una de las figuras más poderosas, odiadas y despreciadas por la sociedad bosnia, y eso pasa factura en el día a día, en sus amigos, en su romance, en sus actividades –la escena del menosprecio durante un partido de waterpolo es de una evidencia absoluta–.El realizador Vladimir Perisic mantiene un pulso realista sobre la desesperación. Se interna por los silencios del personaje, en sus dudas, en su sentido de culpabilidad siendo una víctima más de un sistema, y lo hace para mostrar un retrato veraz sobre un tiempo de represión, casi como una señal de advertimiento sobre estos tiempos actuales que corren.La película consigue que nos pongamos en la piel de ese muchacho atrapado por las circunstancias, por ser la semilla de alguien con doble moral, capaz de llevar hasta las últimas consecuencias lo que cree que es su deber sin advertir los daños colaterales entre las paredes de su misma casa.El debutante actor Jovan Ginic está sencillamente soberbio, mantiene una mirada profunda y un rostro severo frente a las circunstancias. Solo por él ya vale la pena visionar La patria perdida, película que provoca esa sensación de no haber avanzado en el tiempo, o lo que es peor, de volver con idénticas actitudes políticas a los orígenes del desorden.

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