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EL CONCURSO DE PIANO

★★★★

Esta es una película extraña, desencantada, como un oscuro estudio psicológico sobre traumas infantiles y la huella que dejan con el paso del tiempo quien los ha sufrido, pero, a su vez, El concurso de piano posee belleza y delicadeza gracias a esa música clásica refinada y elegante que se desliza con naturalidad a lo largo del metraje.Una joven con un talento sofisticado y excepcional, ese que solamente poseen los seres prodigiosos, es seleccionada junto a otros once genios del piano para participar en uno de los encuentros más prestigiosos del mundo, el Gran Premio Internacional Reina de Bélgica, un reconocimiento que solamente a uno ha de catapultar a la gloria. Antes de las finales que marcarán el nivel artístico de cada uno de ellos, deberán aislarse en una gran mansión donde queda excluido cualquier dispositivo para comunicarse con el exterior. Solo la convivencia fría y esporádica entre ellos, el ensayo en solitario y la obsesión por lograr la perfección ocuparán el tiempo antes de cada participación. De este modo, uno a uno irán abandonando la casa creando una atmósfera de soledad, de austeridad, de temores ante la capacidad del otro.Ese obligado retiro irá marcando los momentos vividos por Jennifer cuando era niña, mostrados en continuos flashbacks. Ese matrimonio desestructurado formado por una madre posesiva empeñada hasta la obcecación en que su hija sea la mejor pianista, una verdadera estrella, y por un padre rudo, camionero con ínfulas de cowboy, borracho y primitivo en sus actos. Ambos aman a Jennifer, pero de un modo que carcome la mente de un niño, y esos recuerdos, alguno de ellos trágicos, afloran antes del concurso, promueven esa doblez anímica y emocional que ella carga con pesadumbre e inquietud.La música de Rachmaninov planea entre las teclas del piano y colma de belleza momentos tensos que Jennifer experimenta mientras sus dedos vuelan y sus pensamientos de un pasado doloroso se evidencian.Tal vez, la aflicción de la joven es en exceso desgarradora. Esa identidad herida que la ha marcado la ha convertido en un ser inestable y su fragilidad habita en su memoria y en sus actos, pero no en su capacidad artística porque puede emocionar a través de la música.El cineasta belga que adaptó los films Crazy love y Espera la primavera, Bandini –de los maestros del ‘realismo sucio’ norteamericano Charles Bukowski y John Fante– realiza un giro radical y ahora se interna por los laberínticos resortes de la mente y sus lacras, y lo hace de un modo complejo y ciertamente singular.

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