La parte que ocupo
UN LUGAR COMÚN
★★★✩✩
En Un lugar común no existe un dramatismo exacerbado, ni forzadas vueltas de guion. Hay más quietud que tormenta, aunque en momentos puntuales –un par de ellos–, el personaje que interpreta Eva Llorach con solvencia y querencia ante la cámara estalle abruptamente, como un “basta ya” de tanta tontería familiar. Eso hace que la película tenga un aire realista del que no se desprende en todo el metraje, un cúmulo de pensamientos y miradas hacia pequeñas cosas que van socavando la moral de Pilar sin grandes componentes y artificios, que simplemente nacen de ese tiempo mal regalado que le han dado tras muchos años ejerciendo de auxiliar de enfermería, y que abruptamente, los de recursos humanos le han señalado la puerta de salida con una prejubilación forzosa.Pilar, de pronto, no sabe qué hacer con su vida. Queda ahí, estancada, observando a esa familia que siempre ha cuidado que da por hecha esa parcela que ella siempre ha ocupado, y se pregunta en silencio si verdaderamente la quieren, si sienten algún sentimiento emotivo, porque cada uno de los miembros va a su bola. Para cambiar esta situación, para no naufragar en lo afectivo, obliga a ir a una escapada familiar, a una casa rural, una casa muy especial y surrealista donde un juego inocente se convertirá en un juicio moral que hará que la protagonista, vulnerable pero a su vez irritada, estalle.Eva Llorach le otorga verosimilitud a esta modesta crónica familiar y la hace grande cuando deja fluir la imaginación de Pilar en un bar, adoptando una personalidad escondida al son del Hace frío ya, la inolvidable canción de la italiana Nada, soltándose y demostrando que guarda dentro de sí ese ser que ni el marido ni los hijos han sabido ver hasta ese preciso momento, y eso es una victoria moral, un antes y un después.La directora Celia Giraldo debuta en el largometraje con Un lugar común, y demuestra su habilidad para diseccionar a su personaje central, lo moldea y saca toda su humanidad. Hay complicidad y se manifiesta, haciendo de esta película una realidad tragicómica sencilla, humana y, sobre todo, efectiva.Habrá que convenir que esta nueva remesa de realizadoras surgidas de la Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya, como es el caso de Celia Giraldo, está aportando buena parte del cine más notorio y activo del cine español. Un cine español, salvo honrosas excepciones, más centrado en comedias de medio pelo y taquilla fácil que en mostrar historias que no den vergüenza ajena. Esto es un hecho irrebatible e incuestionable, y punto.