La sombra del artista
BONNARD, EL PINTOR Y SU MUSA
Título original: Bonnard, Pierre et Marthe. Año
Cine: Screenbox Lleida.
★★★★
Existe un estrecho vínculo entre un pintor y su modelo, y la historia sobre estas relaciones entre la quietud de quien posa y la observación de quien la perfila sobre el papel o en un lienzo forma una conexión que el tiempo retiene. El cine ha explorado este tipo de nexo entre el cuerpo y la mirada, en los estados de ánimo del artista, en su genialidad espontánea o en su tristeza cuando su mano no logra captar la luz y el alma de la persona que copia. Ejemplo de ello es El artista y la modelo, de Fernando Trueba, con un magnífico Jean Rochefort, o La bella mentirosa, de Jacques Rivette, que logró una poderosa fusión actoral entre Michel Piccoli y Emmanuelle Béart.Esos lazos artísticos y privados en ocasiones traspasan fronteras del deseo, como la amarga historia entre el escultor Rodin y la bella Camille mostrada en La pasión de Camille Claudel, de Bruno Nuytten, o la clásica Los amantes de Montparnasse, de Jacques Becker, drama sobre el último y miserable año de vida del pintor Amedeo Modigliani, interpretado por Gérard Philipe, y su amor desesperado por Jeanne –rol a cargo de esa belleza magnética que poseía Anouk Aimée–.Ahora es el pintor francés Pierre Bonnard y la relación que mantuvo con su musa Marthe de Méligny durante cincuenta años el eje por donde transcurre esta historia íntima, de fuerte inspiración creativa y con fisuras emocionales que, sin embargo, no llegaron a atravesar ese nexo entre esas personas que el destino cruzó para siempre.El director, escritor y actor francés Martin Provost, apoyándose en espléndidas interpretaciones de Vincent Macaigne, Cécile de France y un reparto notable, desvela el devenir de esta pareja tan atípica y sugestiva y su recorrido artístico y vital fragmentando épocas distintas, desde esa juventud pasional, sensual y de atracción física irrefrenable, pasando por el reconocimiento del artista y su obsesión por la mujer que fue su inspiración, hasta llegar a un tiempo que mira hacia atrás, a esos baños en el Sena, a las escenas campestres y la relación con los demás, a una época en constante evolución y, con ella, dos personas que se aman más allá de sus taras, de sus diferencias de clase, de sus engaños, de sus dramas pasionales, de una genialidad que la magnífica fotografía de Guillaume Schiffman trata de resaltar, estancándola en el tiempo, como cuadros hermosos dignos de admirar. Bonnard, el pintor y su musa es el retrato de un tiempo pasado y de dos seres a contracorriente, rebeldes, ajenos a lo convencional, porque ellos, pese a equivocarse en territorios amorosos, estaban destinados a ser eternos.