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NOEMÍ DICE QUE SÍ

★★★★✩

Hay películas que pasan más desapercibidas que otras debido a que quedan eclipsadas por estrenos más potenciados a nivel publicitario y Noemí dice que sí tal vez no tenga la repercusión que se merece. Sin embargo, este es un título que pega de frente al espectador sobre vidas anónimas, sobre una juventud fracturada y sus dramas que parecen invisibles pero que están ahí.La realizadora de Quebec Geneviève Albert debuta en el campo del largometraje con un guion propio y valiente en torno a una adolescente que representa a muchas otras caídas en una tela de araña cruel debido a la mala suerte de haber tenido una vida desamparada, sin perspectivas, como Noemí, repudiada por su propia madre y a la que no le queda otra que seguir recluida en un centro tutelar de menores o escapar y buscar otro lugar que la aliente a ser libre.Es una rebelde con causa, violenta porque nada la reconforta. Es una joven sin amor, sin la calidez de sentirse protegida, y este cúmulo de situaciones la llevan a buscar a esa amiga que un día también se evadió y que ahora convive con otros jóvenes, presa sin tener verdadera conciencia de ello.Todo lo que en un principio parece una liberación se convierte en desdicha cuando conoce a Zach y a sus amigos, delincuentes del tres al cuarto que también ejercen de proxenetas. Él es amable, cuidadoso con ella, listo, y estudia la ingenuidad de Noemí utilizando engañosas promesas de amor. De este modo, convence a la joven para ejercer de escort, una forma fina de introducirla en el mundo de la prostitución durante los días del Gran Premio de Fórmula 1 en Montreal. Lo demás duele. Es incómodo de mirar pese a que la cineasta evita escenas directas de sexo y gira la cámara más hacia el “cliente” que hacia la propia víctima, pero la crudeza de lo que destila la película guarda una realidad que te desarma emocionalmente. El mundo de la prostitución juvenil es una lacra con trampas e hilos conductores manejados por gente malsana que destroza la inocencia. Esta realidad infame, que existe porque hay monstruos que la demandan, es mostrada aquí sin cortapisas y recuerda a aquella Yo, Cristina F., del director Uli Edel, película alemana de los años 80 sobre drogas y prostitución juvenil que causó gran revuelo en su día, algo que aquí no sucederá porque parece que nos hemos acostumbrado a las tragedias cotidianas. Sin embargo, Noemí dice que sí abre una puerta a la esperanza, ofrece una posibilidad de salida del infierno, pero persiste en que el problema está ahí porque, a la hora de la verdad, hay gente que lo alimenta.

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