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ROBOT SALVAJE

Título original: The Wild RobotAño

Cines: JCA Alpicat, Urgellenc (Tàrrega).

★★★★

Los robots en el campo de la animación siempre aportan algo bueno. Tal vez en su desconocimiento de la realidad que los envuelve aprenden, olvidando casi siempre la lógica con la que han sido programados, y se convierten sin querer en perfectos modelos para reeducarnos, para advertirnos, para darnos una lección tras otra de cuál es el camino correcto. Dan muestras de ternura, de sacrificio, de un profundo interés por encajar en un mundo bastante deshumanizado como la maravillosa El gigante de hierro (1999) de Brad Bird, con un mastodóntico robot amigo de un niño en la década de los 60, en plena guerra fría y con un agente gubernamental empeñado en fastidiar, o el inefable WALL-E (2008) de Andrew Stanton, un robot recogedor de basura en un mundo devastado, enamorado de otra robot llamada EVA, y sin ir más lejos, la reciente Robot Dreams (2023) de Pablo Berger, un hermoso canto a la amistad que te desarma de prejuicios. Ahora llega Roz, un robot que a causa de un naufragio recala en una isla salvaje habitada únicamente por animales. Sus vanos intentos de prestar sus servicios –que es para lo que fue fabricado– a una desconfiada fauna solo le traerá problemas, pero aprenderá a hablar como lo hacen las criaturas del lugar y, ayudado por un avispado zorro, tendrá que cuidar y criar a un pequeño ganso canadiense.Basada en los libros del escritor norteamericano Peter Brown, Robot salvaje es una película que posee todos los condicionantes para disfrutarla, desde su impecable diseño, pasando por esa empatía que desprende cada situación, hasta llegar a un mensaje que no es forzado, sino que aflora conforme va transcurriendo la historia de este Robinson de acero.Cada criatura posee una personalidad definida. Son ariscas y a su vez tiernas, y van aceptando a este ser extraño sumido en un constante dilema por ser precisamente eso, un extraño, a raíz de sus insólitos actos. Su director, Chris Sanders, no elude el peligro de una sociedad dominada por la Inteligencia Artificial, y la amenaza que supone que lleguen para recuperar lo que consideran suyo, y esa adversidad, ese temible futuro que nos espera, es precisamente lo que convierte a Robot salvaje en la contraposición perfecta, en el antagonismo a un mundo prefabricado y peligroso.Con momentos de humor inspirado, con una afabilidad noble y escenas que conmueven sin caer en la cursilería, Robot salvaje logra que tanto niños como adultos la disfruten y puedan entender códigos que nos deberían pertenecer más a los humanos que a esas criaturas animadas, solamente por sentido común. Y es que los robots que muestra la animación tienen el corazón muy grande. De metal, sí, pero muy grande.

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