El hombre que nunca estuvo allí
MARCO
Título original: Marco. Año
Cines: Screenbox Lleida y Circuit Urgellenc (Tàrrega)
★★★★✩
Decía Oscar Wilde que “la única especie de mentira absolutamente irreprochable es la de mentir por mentir”. Eso viene a significar que existe una especie de capricho en fantasear, lavar parcelas neutras de una vida que no ha descollado en nada y otorgarle un lado aséptico, o cómo vestir el egocentrismo de un personaje gris en una especie de ser necesitado de atención, de visibilidad, aunque sea a través de la mentira, hasta el punto de defenderla férreamente como una parte no vivida que se ha comido a la persona para darle consistencia al personaje.Ese punto sobre la ambigüedad del ser humano, en Marco tiene representatividad en el caso real de Enric Marco, un hombre que se reinventó a sí mismo asumiendo el hecho de haber sido un superviviente del campo de concentración nazi de Flossenburg durante la II Guerra Mundial, una falsedad que con los años le llevó a ocupar el cargo de presidente de Amical Mauthausen de España, a dar charlas en institutos, a escribir un libro autobiográfico y a convertirse en un especialista a la hora de narrar las penurias de los españoles en los campos de la muerte. Enric Marco fue un tipo normal, con una vida familiar normal, pero su engaño se hizo grande, tanto que ni él mismo lo pudo controlar. Incluso intentó que le concediesen un certificado de autenticidad como prisionero usurpando la identidad de otro. Todo saltó por los aires cuando un historiador puso en duda fechas y lugares en torno al hombre que nunca estuvo allí. Los cineastas Aitor Arregi y Jon Garaño no juzgan a Enric Marco. Lo colocan como un personaje al que los acontecimientos le sobrepasaron. Incluso se le puede vislumbrar como alguien que causó un daño colateral en el ámbito familiar, en un hombre que no era inocente de sus actos pero que creía que, a pesar de todo, había hecho visible a todos aquellos que el tiempo olvidó.Enric Marco no ganó dinero con sus hechos, no buscaba eso. Su ego le llevó hasta el escándalo y obstinadamente luchó por validarse hasta el final de sus días.Para percibir esas sensaciones, esa mirada ante el espejo, un extraordinario Eduard Fernández se viste con la piel de un farsante, y asombra esa capacidad camaleónica que este actor –el mejor hoy en día en el cine español– posee. Esto es algo que ya hemos percibido en sus caracterizaciones como Francisco Paesa en El hombre de las mil caras, José Millán-Astray en Mientras dure la guerra, Manolo Vital en El 47 y, ahora, deslumbrando en Marco. Ese hombre que se construyó y simuló una vida que finalmente se derrumbó como un simple castillo de naipes.