Las vidas difíciles
LAS CHICAS DE LA ESTACIÓN
Título original: Las chicas de la estación. Año
Cines: Screenbox Lleida
★★★✩✩
Uno de los aciertos de la realizadora Juana Macías es el retrato de las tres jóvenes protagonistas de esta cruda historia sobre víctimas de la prostitución de menores, cada una de ellas con un perfil bien diferenciado entre sí y con una siniestra historia a sus espaldas. Chicas cuya vida no les ha ofrecido más que desdicha y pequeñas chispas de alegría que se han tenido que buscar ellas mismas aferrándose a la amistad ante el sórdido mundo que las envuelve fuera del centro tutelar, un refugio que, sin embargo, no puede evitar todo lo que sucede fuera de él pese al esfuerzo de protegerlas –magnífico el papel de tutor y ángel de la guarda que ejerce el actor Pepo Llopis, el único que se preocupa verdaderamente por ellas–. Basada en un caso real acaecido en Palma de Mallorca en el 2019, la película alterna ficción con hechos reales para poner en tela de juicio el sistema, la desprotección hacia los menores manipulados y atemorizados por captadores de presas fáciles, y en esa sociedad pudiente que, en realidad, son los culpables de los peores abusos y vicios que protagonizan con dispensa en la mayoría de ocasiones.Tiene Las chicas de la estación un lenguaje juvenil actual, una forma de ser ligada a la música urbana, a las malas compañías, al mundo de las drogas y el alcohol, tantas veces revisitado en otras propuestas fílmicas que van en la misma dirección. Un submundo que cada una de las protagonistas de esta historia de incomprensión lleva a su manera, desde la necesidad de ser admirada inocentemente en territorio de lobos, pasando por la rabia nada contenida de una rebelde con causa, hasta llegar a la que se resiste a cualquier tipo de proposición que la aleje de sus sueños.Todas forman parte de familias ya no solo desestructuradas sino infernales, donde el machismo, la vida miserable o el olvido forman parte de sus memorias. Todas ellas son seres marcados por la mala fortuna de haber nacido en el lugar equivocado y más miserable. Tal vez hay momentos del metraje que aborda clichés reiterativos, que burbujas de oxígeno nos quieran dar respiro de una pesadilla realista y cruel intentando salvar con ingenuidad un retrato de adolescentes que ya han visto todo lo malo de la condición humana. Cierto, pero mostrando lo que puede y con desasosiego esas vidas difíciles que pasan por nuestro lado sin darnos cuenta, que sufren desmanes en los lavabos de una estación o en lujosos chalets de libidinosos monstruos. En definitiva, una película que subraya la cara oculta de una sociedad que parece inmune al mal del otro.