Los restos del pasado
CUANDO CAE EL OTOÑO
★★★★✩
Siempre he basculado con Ozon entre lo interesante y lo tramposo. Películas apreciables junto a otras simplemente alimenticias, y Cuando cae el otoño es uno de esos trabajos en los que este realizador destaca, que forma parte de títulos que le han valido un cierto respeto gracias a una narrativa en la que se expone esa ambigua condición humana a modo de drama con pinceladas de thriller, donde lo nítido siempre tiene una pátina opaca, velada, que deja en el aire relaciones complejas en el entorno familiar y donde no existen dudas sobre los juicios de valor de una sociedad que sabe criticar mucho mejor que dejar vivir la vida de los otros.François Ozon centra esta historia con momentos claros y otros turbios en un personaje entrañable. Una mujer, Michelle –magnífica Hélène Vincent–, una abuela de esas que todos quisiéramos tener, cariñosa, afable, toda dulzura, que vive en la campiña, en un paraje tranquilo, después de haber vivido muchos años en París y con un pasado del que hay que correr un tupido velo. Con su amiga de fatigas –papel a cargo de una de las mujeres importantes en el cine francés, Josiane Balasko–, y tiempo dudoso en sus vidas, pasea y se apoyan mutuamente. Michelle tiene una hija que no le perdona aquellos tiempos que han quedado estancados perdurando en la memoria, y su fiel amiga tiene un hijo recién salido de la cárcel, bastante rudimentario pero con buen fondo, que hace las cosas a su manera. La película, de por sí, se abre en la iglesia con un pasaje de la vida de María Magdalena, como un toque de atención sobre lo moral y lo amoral. Después se profundiza en ese amor hacia el nieto, en la tristeza del abandono a personas mayores, en el rencor, y entra directamente a través de un hecho luctuoso en una especie de señales que caminan hacia el suspense, hacia sensaciones que Ozon con maestría desvía y despista dentro de una trama que se mueve entre las relaciones de cada personaje, las confidencias y la incertidumbre, para convertir algo con aparente sencillez en otra cosa mucho más compleja.En Cuando cae el otoño regresan los restos del pasado, el fantasma de un ser que provoca las dudas, la investigación que queda aislada por los sentimientos que se cierran a la verdad, o que simulan una verdad. Lo cierto es que todo tiene una poderosa carga humana donde todo encaja entre dos posturas bien diferenciadas; entre lo posible, la verdad de unos hechos, y la duda que siempre planea sobre lo que sucede, que es más simple de lo que parece, o por el contrario, deja incógnitas mucho más oscuras.