Sobre el horror y el deseo
NOSFERATU
★★★★✩
Darle una nueva vuelta de tuerca al mito vampírico, especialmente al Nosferatu de Friedrich Wilhelm Murnau, película filmada en 1922, no es una tarea sencilla, algo que ya hizo Werner Herzog en 1979 saliendo muy bien parado del desafío. Ahora, uno de los cineastas más sólidos, Robert Eggers, nos transporta a un mundo de pesadilla, gótico y malicioso con maestría, dominando cada plano donde lo sombrío planea durante todo el metraje en una atmósfera inquietante, perversa, que nos acerca de nuevo a la fascinación que ejerce en la memoria colectiva uno de los mitos más terribles y atroces que han perdurado década tras década, tanto literaria como cinematográficamente, ya sea como el espantoso no muerto Nosferatu o como la dantesca elegancia de Drácula.En el Nosferatu de Eggers hay estilo en lo macabro, en los personajes que se ven envueltos en una historia de amor espeluznante, siempre bordeando la locura que cobra forma en la figura del Conde Orlok, un ser de ultratumba que reside en los Cárpatos y que decide trasladarse a la ciudad alemana de Wisborg para cumplir su virulento deseo con una mujer que sufrirá la oscura atracción que ejerce este apasionado amo de las tinieblas.Las secuencias en la que el esposo de la joven debe trasladarse a los dominios de Orlok para firmar un contrato son verdaderamente un dechado de maestría por parte de Eggers, mostrando a lugareños poco hospitalarios y supersticiosos –y con razón–, así como el tenebroso castillo que acoge la inquietante presencia de un ser terrible. Otras, como el viaje en barco y la llegada a la ciudad del vampiro, las ratas y la peste, lo marcan como el que trae la muerte a todos los rincones del lugar. Pero Nosferatu es más que una historia de terror. Es el deseo sexual incontenible llevado hasta las últimas consecuencias, visceral y alma en una historia de un ser sin alma –un imponente Bill Skarsgård– y una joven elegida para ser centro de una pasión perturbadora, papel que asume con nervio Lily-Rose Depp (hija de Johnny Depp). Willem Dafoe como el profesor Albin Eberhart von Franz es esa especie de Van Helsing que lucha contra el mal desaforadamente mientras que la historia se va alimentando de víctimas inocentes.Hay que elogiar a Eggers, que ya mostró sus grandes cualidades de gran cineasta en películas como La bruja o El faro, pero no hay que olvidar a Jarin Blaschke, su fiel director de fotografía desde siempre y un verdadero mago de la imagen, una imagen poderosa de la que Nosferatu se enriquece y nos lleva hasta las raíces de la malignidad más intensa.