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ANORA

★★★★✩

Anora (Ani) –extraordinaria Mikey Madison– es una bailarina erótica que tontea con la prostitución y muestra todo su encanto y pericia en el oficio en un local de mala nota en el que un rico joven ruso se encapricha de ella llevándola hasta Las Vegas para contraer un matrimonio loco que pronto dará problemas. Y es que la vida de algunos niños de papá millonario es de una estupidez constante pues, a pesar de tener a mano todo lo deseable, todo lo terrenal, son imbéciles irrecuperables.La película de Sean Baker, un cineasta original y muy inteligente, autor de buenas historias como Red Rocket o The Florida Project, se llevó la Palma de Oro en el Festival de Cannes con todo merecimiento porque estamos ante una comedia alocada y portentosa con rasgos de drama nada disimulados, con ese halo de locura y amargura que se entremezclan magistralmente y que saltan de una parte a otra admirablemente, dividiendo la trama en tres partes. La primera es de pura pasión, de despilfarro y de darse placer como si no hubiese un mañana. La segunda es la aparición de tres mafiosos cutres a las órdenes del oligarca ruso para intentar anular el matrimonio de su hijo con Ani, tres personajes que son de medalla de honor por su inoperancia –uno en concreto con buen fondo–, que lo convierten todo en un constante desorden y promueven los momentos más cómicos dentro de una tensión que también aflora en el enredo. Y la tercera es la aparición de los muy ricos y turbios padres del muchacho idiota para personalmente intentar salvarlo por enésima vez, y donde destaca la malicia de la madre moscovita.Anora es una película estimulante, con brío, sensual y sexual, y sabe saltar de trama en trama con una facilidad pasmosa, pasando del simple divertimento vicioso a las promesas serias para después romper los vínculos de un modo salvaje.Aquí se adivinan muchos recursos fílmicos y son mostrados de un modo ágil, sin medias tintas. Escenas de puro sexo, de ilusiones truncadas, de despropósitos y de la indefensión de una especie de Cenicienta aferrada a un sueño que se evapora por momentos frente al poder del dinero, a una guerra que no puede ganar como si se tratase de una Pretty Woman situada en el lado más oscuro de la vida, donde la alegría y las promesas duran tanto como una borrachera, dejando después una incómoda resaca. Como un cuento de hadas escrito con mordacidad, duro y tierno a la vez, divertido y triste. Una historia que te hace reír y al tiempo te conmueve. Anora es transgresora, diferente, deja poso y sabe lo que quiere decir y cómo hacerlo. Eso no es mucho, es muchísimo.

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