Los últimos días de una diva
MARÍA CALLAS
★★★★★
Este no es un biopic al uso. Pablo Larraín utiliza la última semana de vida de María Callas, y en ese corto espacio de tiempo reconstruye partes fundamentales de su vida. De por sí, la película se inicia en el salón del apartamento parisino de la diva cuando acaba de fallecer, y a través de un gran flashback, nos va devolviendo todos los fantasmas que convivieron en su mente, lo real y lo imaginario, fruto de la excesiva medicación que obstinadamente la llevaba a recorrer retazos de un tiempo pasado. De su triste juventud junto a su hermana en Grecia y de una madre que las prostituía con oficiales alemanes; a su relación con el armador Aristóteles Onassis, tal y como él mismo se definía, feo y rico, con las virtudes y defectos del dios Hermes.La Callas pasea por un París otoñal -magnífica fotografía del nominado al Oscar, Edward Lachman, tanto en exteriores como en interiores- y es entrevistada en diversas ocasiones por un joven de nombre Mandrax, el mismo de la etiqueta de la medicina que la hace fantasear. De este modo, se van desgranando emociones y sentimientos de una estrella que puso en pie al público de los grandes teatros del mundo.El chileno Larraín cierra su tríptico sobre mujeres anímicamente heridas tras Jackie, entorno a Jacqueline Kennedy, y Spencer, sobre Lady Di, y lo cierra con María del modo más hermoso, desgarrador y emocional posible.No podemos olvidar que este realizador vampirizó al dictador Pinochet en El Conde y que guarda en su filmografía títulos relevantes como Tony Manero, Post Mortem o El club.La estrecha relación de la Callas con su mayordomo y su cocinera, su círculo más próximo -magníficos Pierfrancesco Favino y Alba Rohrwacher, que de la fidelidad hicieron gala hasta el último momento- desvela la humanidad y también la altivez de María, a la que la voz, su admirable voz, ha ido abandonando. Su pose de gran diva, como aquella Norma Desmond interpretada por Gloria Swanson en Hollywood Boulevard, la llevó a buscar quien la adulase y recordase para aliviar su tristeza.Esa sonoridad que desprende cada fragmento operístico de la Callas es sublime, emociona porque penetra en lo más profundo del alma, y Angelina Jolie se introduce en la piel de un mito y aleja desde el principio cualquier tipo de recelo, de duda. La actriz revive la grandeza y penas de una mujer extraordinaria, sus emociones, su melancolía y ese tiempo pasado que ya solo permanece en el recuerdo. Pero aquella voz sobrevive, es inmortal mucho más allá de su propia muerte, una voz y un talento que la convirtió en única e irrepetible.