Enemigos íntimos
Todo lo que suene a cine de gángsters, de mafia, posee atracción, ya desde el cine negro clásico de los años 30, de tipos de gatillo fácil con trajes de 300 dólares y sombrero, hasta llegar a bien avanzados los 70, charlando animosamente a las puertas de sus locales con mucha menos prestancia pero igual de peligrosos. Ahora, el veterano y respetado Barry Levinson, que posee un número nada desdeñable de buenas películas en su haber, vuelve a retomar una historia de mafiosos, algo que ya hizo en Bugsy en 1991, recreando el auge y caída de Benjamín Bugsy Siegel, el hombre que levantó en el desierto de Nevada la idea de una ciudad del juego.
Con el marchamo de “basado en una historia real”, Levinson nos acerca a dos figuras capitales del sindicato del crimen. Por un lado, el reflexivo, diplomático en sus acciones, bien colocado en las altas esferas, Frank Costello y, por el otro, el impetuoso y bronco Vito Genovese, un tipo que no se fiaba ni de su propia sombra. Y esa rivalidad entre ambos desde que eran unos pobres emigrantes en el East Harlem neoyorkino es la que se desarrolla en esta película narrada por un inteligente Costello, siempre en posición de jaque frente a los impulsos criminales de Genovese, que incluso atentó contra la vida de su antagonista.
The Alto Knights tiene aire de un cine que ya no se hace, bebe de un tiempo pasado y se ambienta en la década de los 50 para darnos a conocer la historia de dos hombres diametralmente opuestos aunque formasen caras de la misma moneda y, de paso, acontecimientos de una época en la que las familias del hampa tejieron sus hilos más poderosos.
Teniendo en cuenta que el guion de The Alto Knights es nada más y nada menos que de Nicholas Pileggi –responsable de historias como Uno de los nuestros o Casino, dirigidas por el maestro Martin Scorsese–, y que frente a las cámaras se encuentre Robert De Niro, desdoblándose y representando los dos papeles principales –y lo hace bien porque es De Niro–, dando formas distintas a ambos personajes, en el rol del tranquilo y astuto Costello y el del irascible y rencoroso Genovese, se esperaba más.
Flash backs, imágenes de archivo, asesinatos como el de la mano derecha de Costello, Albert Anastasia, en la barbería del Hotel Park Sheraton, o la estampida de miembros del sindicato del crimen en la reunión en Apalachin cuando fueron descubiertos por casualidad, o tal vez por una estrategia de Costello, forman este The Alto Knights que, pese a tener fondo para serlo, no llega a gran película del género, quedando finalmente, eso sí, como un muy entretenido ejercicio de pura nostalgia gangsteril.