CRÍTICADEMÚSICA
División de honor
Aunque no es la primera vez que gozamos del privilegio de escuchar a dos ases del saxo como el norteamericano Scott Hamilton o nuestro compatriota Toni Solà; a saber, el primero, uno de los estilistas anglosajones de mayor prestigio de su generación y, el segundo, probablemente el mejor de Catalunya –con permiso de Llibert Fortuny o Raynald Colom–, constituye, siempre, un privilegio total escuchar jazz tan espectacular como el que ambos son capaces de perpetrar. Su actuación entre nosotros en el Auditori de Lleida, en –fantástico– horario familiar, me pareció la mejor de todas a las que he tenido la fortuna de poder asistir. Y es que con sus preciosos y melodiosos mano a mano, tanto en esos tempos medios tan adictivos como en sus aterciopledas baladas, auténtica especialidad de la casa y santo y seña de su jazz de división de honor, lograron elevar nuestra moral de espectadores-amantes del género hasta el séptimo cielo y, ya saben, no me gusta exagerar cuando los oficiantes no se lo merecen. Y es que si brillantes como nunca estuvieron los dos cabezas de cartel, no les fueron a la zaga en absoluto ni el pianista de Mataró Gerard Nieto ni nuestro contrabajista local por excelencia, Ignasi González, que firmaron igualmente excepcionales actuaciones individuales y continúan acrecentado la estima musical que siento por ellos. Sobre el baterista de Terrassa Xavi Hinojosa, que completó el quinteto, decir finalmente que me gustó mucho también pues no desentonó del resto en absoluto, aunque me cuesta más evaluar su rol y evolución profesional pues no recordaba haberlo visto actuar en Lleida con antelación a esa tarde. En serio y créanme, un concierto difícil de olvidar.