CRÍTICADEMÚSICA
Bach tridimensional
René Jacobs hace un Bach valiente, radical, escultórico, tridimensional, con dos orquestas y dos coros que se pegan, se abrazan, se insultan, se aman, con músicos que ponen toda la carne en el asador menos la de la demagogia y la de la pedantería, con violinistas y violistas y flautistas y oboístas que tocan de pie y bailan no por postureo sino porque es imposible que tocando a semejante intensidad no te acompañe el cuerpo, con una expresividad tan en el límite que los cantantes no se encuentran con la cuerda y un tenor se equivoca de entrada y a un violín se le cae el arco y todo eso no son defectos sino la guinda porque cuando se toca tan rematadamente bien la imperfección es la cima, con una soprano que canta un solo sobrenatural y el público de encima del escenario se vuelca para ver la milagrosa flauta y los enigmáticos oboes de caccia que la llevan en volandas y se vuelca tanto que alucinas de que no se caiga y hasta dudas de que Newton tenga razón… Jacobs forma parte del selecto grupo de músicos de élite que continúan en plena forma pasados los 70. A esa edad la música tiene otra luz. Después de respetar a Bach durante 50 años, de admirarlo durante 40, de amarlo durante 30, traspasa la música y le habla de tú a tú. Lo hace desde la veneración más profunda, porque sabe que necesitaría mil años más para entender su misteriosa energía. Jacobs penetra en la frontera insondable que separa la vida de la muerte. Se adentra allá donde el ser humano no puede llegar. Por eso está reservada a tan pocos la plenitud bachiana, esa que nos permite soñar que al final del camino nos espera la misericordia.
Es imposible ser ateo porque existe Bach.
______
Obra: La Pasión según San Mateo. Versión de René Jacobs.
Sala: Palau de la Música.
Fecha: 10 de abril.