¡Gracias, Garfunkel!

El dúo Simon & Garfunkel es uno de mis referentes musicales máximos, habiendo escuchado hasta la extenuación todos sus discos en común de los 60 así como los editados de forma individual desde 1970 hasta ahora.

Amo su música y no he dejado jamás de escucharla pues considero a Paul Simon uno de los mejores songwriters anglosajones de su generación (a la altura de un Bob Dylan o un Leonard Cohen, perdónenme los puristas) y a Art Garfunkel, un intérprete con unas capacidades vocales con las que, en su momento artístico de máximo esplendor (desde 1964 hasta comienzos de los 80), muy pocos lograron equipararse ni superarle en versatilidad y registro.

Es cierto, Garfunkel no ha tenido talento compositivo y ello ha sido el pesado lastre que ha tenido que cargar sobre su espalda todo este tiempo, produciendo apenas una docena de discos, eso sí, repletos de interpretaciones memorables de piezas creadas para él por algunos de los escritores mejores de su tiempo como Jimmy Webb, Hal David, Randy Newman, Stephen Bishop, Gallagher & Lile y un largo etcétera.

Así que no podía dejar escapar la oportunidad de verlo cantar de nuevo en Barcelona (lo había visto junto a Paul en 1982 en Madrid), con sus 75 años ya cumplidos y pese a no haberse recuperado del todo de la grave parálisis vocal que le afectó en 2010. Fue un actuación muy cortita –poco más de una hora– y con una voz que apenas recordaba a la que un día alcanzó a ser. Imponderables paliados en parte por su indudable entrega y una muy afable empatía hacia el público y, por supuesto, una cancionero maravilloso que para mucha gente forma parte de su emocionante imaginario colectivo musical. ¡Gracias Art!