CRÍTICADEMÚSICA
Mar sugerente
Dentro de un género heterodoxo como el jazz, de vez en cuando nos topamos con propuestas que van aún más allá en la búsqueda de un valor añadido que, a veces, puede no acabar de funcionar. A mí me suele interesar casi todo siempre que comporte una lógica y que ese valor añadido no empañe la esencia musical acabando por convertirse en puro artificio efectista. Así que, cuando se anuncia que algo que se enmarca en lo MUY ORIGINAL es la seña de identidad de la propuesta, normalmente me pongo a la defensiva hasta poder corroborar si la propuesta es convincente o no. En el caso de los franceses Five In Orbit ya les da absoluta solvencia que forme parte del ajo un músico veterano e inconformista como Ramón Fossati, al que escuché por primera vez a bordo de la legendaria París-Barcelona Swing Connection en un concierto inolvidable en la no menos legendaria Sala Europa. Pues bien, que nadie piense que porque se anuncien como músicos que soplan caracolas de mar o pitos de pajaritos, la suya es una fórmula para llamar la atención y atraer público jazzero no cultivado, nada de eso. El combo que completan los galos Olivier Brandily (saxos y flauta), Laurent Bonner (piano y teclados), Gary Brunton (contabajo) y Luc Isenmann (batería) es una formación experimentada que usa esos artilugios como una simple vía de expresión más con la que dotar de nuevo cromatismo y texturas sonoras diferentes a sus meritorias composiciones originales. Presentando Tribulus Terrestris nos demostraron lo singular y relevante de su propuesta y que, con aventuras como la suya, el jazz continúa siendo ese mar sugerente y vasto que nunca acabaremos de navegar.