CRÍTICADEMÚSICA
Noche mágica
Estoy sentado frente a mi ordenador tratando de escribir unas líneas sobre la actuación de Benny Golson en el Jazz Tardor y aún estoy flotando en la nube de excitación que me produjo el espectáculo de este saxofonista de Philadelphia, leyenda viva de la historia del jazz. Hablando de historia... Giro mi cabeza y a la derecha de la mesa me paro un instante a contemplar, una vez más, no me cansaré nunca, esa famosa fotografía de Art Kane, titulada A Great Day in Harlem o Jazz Portrait Harlem 1958, para la que posaron frente al 17 Este de la calle 126, entre las avenidas Quinta y Madison de Nueva York, 57 de las personalidades jazzísticas más importantes de ese momento. En ella se pueden rastrear nombres gloriosos como Count Basie, Art Blakey, Roy Eldridge, Dizzy Gillespie, Pee Wee Russell, Coleman Hawkins, Art Farmer, Gerry Mullingan, Charles Mingus, Hank Jones, Jimmy Rushing, Thelonious Monk, Horace Silver, Lester Young, Gene Krupa, Sonny Rollins y... Sí, entre ellos también Benny Golson, prueba palpable de que este entrañable ancianito ha sido y aún es, por fortuna, un coloso del género musical más genuinamente americano. Con 88 años y un estado de forma físico y mental dignos de nota, un Golson secundado con brillantez por Ignasi González, Jo Krause y Joan Monné, nos regaló su hermosa y placentera maestría instrumental además de seducirnos con recuerdos de su excepcional trayectoria. Como el caso del malogrado trompetista Clifford Brown a quien dedicó su inmortal I Remember Clifford, punto culminante de una noche, mágica donde las haya, que nunca podremos agradecer lo suficiente a Mr. Jové, su principal instigador.