CRÍTICADEMÚSICA
Final de la residencia cerverina
En Cervera se ha podido escuchar de manera continuada al Dalia Quartet gracias a su residencia artística. Y se ha evidenciado su progreso hacia un altísimo nivel de interpretación. El concierto del sábado empezó con las Fugas 2 y 4 de El Arte de la Fuga de Bach, interpretadas con belleza, claridad y equilibrio antes de pasar al clasicismo con el Cuarteto op. 20 n. 5 de Haydn. Expresiva y a la vez reflexiva, la formación aporta siempre detalles frescos, contrastes dinámicos y una nítida articulación que hace que no perdamos ningún detalle. La frase inicial que introdujo Elena Rey en el moderato progresó desde un estado más introvertido hasta uno más alegre y de constante recreación, con un desarrollo hacia unas texturas más densas, aprovechando los colores más oscuros de viola y violonchelo en su fusión sonora. Y qué gran adagio exhibieron, imbuido de una dulce calma, cuidado e imaginación antes de concluir con una fuga llena de energía. El Cuarteto n. 2 de Robert Gerhard -compositor nacido en Valls y uno de los grandes del siglo XX- es una obra surgida del serialismo de Schoenberg, de quien fue discípulo. El compositor exprime aquí las posibilidades sonoras de la formación en una composición nada fácil y llena de efectos. El Dalia Quartet realizó una lectura tan visceral como intensa, antes de cerrar el concierto con una lectura elocuente del Cuarteto n. 7 de Shostakovich -con un movimiento final tan vigoroso como furioso y lleno de fuerza. Culminó el concierto con una contemplativa versión del Nocturno de Toldrà. La formación se ha ganado un status, poseedora de un sonido propio, una belleza lírica y una proyección imparable. Recuerden este nombre.