Alegría y sinceridad

La relación artística y afectiva de Bruce Barth con Lleida viene de lejos. Es por ello que sus muy frecuentes viajes hasta aquí le han granjeado no únicamente gran popularidad entre los aficionados jazzísticos locales sino el haber podido estrechar un buen número de fieles amistades. El caso es que tratándose de un pianista de prestigio internacional y cuya presencia resulta tan habitual en los mejores eventos a este lado del Atlántico, es normal verle acompañado, también, de grandísimos instrumentistas. En esta ocasión, el pianista de Pasadena afincado en Brooklyn nos ha traído con él una base rítmica de lujo conformada por el contrabajista Vicente Archer y Montez Coleman a la batería, músicos ambos entre la flor y nata del género y con fantásticas trayectorias a sus espaldas capaces de las más grandes gestas que uno pueda imaginarse. Porque no es moco de pavo haber montado este The Grateful Dead Project basado en unas cuantas composiciones del mítico combo psicodélico homónimo que floreció en el San Francisco hippie del Verano del Amor, junto a bandas legendarias como Jefferson Airplane, la Big Brother & The Holding Company de Janis Joplin o Santana, pero que a diferencia de aquellos no tuvo grandes éxitos en la lista de singles ni sus canciones son tan reconocibles a nivel popular. El caso es que dándole a ese rock ácido un giro interpretativo de 180 grados, el espectáculo que este trío fantástico nos regaló fue de enorme peso específico y dulzura pergeñando unas variaciones rítmicas y melódicas espectaculares que, seguro, el bueno de Jerry García hubiese festejado con esa alegría que siempre le caracterizaron en vida.