Enigmática sonora

Este evento que dirige magistralmente el amigo Toni Gorgues se caracteriza, casi desde sus inicios y lejos de veleidades economicista o de sumisión a modas estacionales, por un gusto sincero por el riesgo musical y por la búsqueda y captura permanentes de personalidades artísticas que juegan en ligas diferentes a las del resto. El cartel de este año es una buena muestra de ello, con gente muy singular y llegada de latitudes tan alejadas entre sí como el continente americano, el Oriente mediterráneo, África, el norte europeo o la España peninsular, es decir un crisol en el que lo mestizo cultural y sonoro se elevan como motivaciones irrenunciables. De todo el elenco destacó el guitarrista y compositor barcelonés Daniel Lumbreras, cuya aportación creativa no tiene parangón con ninguna otra de las ofertadas por el MUD 2019 si nos fijamos en parámetros como originalidad, rareza, singularidad o riesgo extremo y que, en su caso, navegan en una órbita propia alejada años luz del mainstream. Si alguien en los últimos tiempos ha aparecido de la nada con un discurso musical alternativo y que, más que nadie, ha hecho buena esa definición de ‘rara avis’ que los críticos musicales, casi siempre con demasiada facilidad, otorgamos a tal o cual que nos ha sorprendido, ese sería este tipo que para manifestar su propuesta dice haberse inspirado en fuentes como la música africana, la celta, la brasileira, el raï o los cantos sufíes, todo ello en un vehículo bellamente melódico que no usa de palabras sino improvisaciones a base de fonemas ininteligibles, pero que ¡¡milagro!! suenan perfectamente bien y funcionan con enigmática coherencia sonora. Un auténtico fenómeno, vaya...