Dotes magníficas

Uno de los ganchos infalibles de cualquier cartel del Jazz Tardor es la presencia entre los artistas invitados de algún vocalista, hombre o mujer, cosa que atrae a ese segmento de espectadores menos introducidos en el género pero que, sin embargo, saben apreciar de una buena voz, su color y la amplitud de registro. Pues las cualidades de la también pianista Karrin Allyson son, precisamente, de lo más notables en tal sentido, como quedó muy bien reflejado en este primer acercamiento a Lleida para actuar, acompañada de un trío de jóvenes y talentosos instrumentistas de su país, el teclista Miro Sprague y la base rítmica compuesta por el contrabajista Marty Jaffe y el batería Dan Schnelle. Con una gran empatía hacia el público y un dominio de la escena igualmente muy reseñable, la actuación se fue desarrollando de menos a más, a medida que la artista de Kansas fue deshojando su estupendo repertorio de temas originales propios, estándares y alguna que otra bossa nova, una más de sus especialidades. Demostrando un estado de voz muy bueno y el de forma física igualmente a la altura de las circunstancias –no paró de moverse y bailar desde el instante cero hasta el final del show–, la sensación final que obtuvimos fue magnífica a todas luces y nos hizo disfrutar de verdad. Sabedores que a largo y ancho de su carrera ha sido nominada en diferentes convocatorias en los premios Grammy, aunque hasta la fecha no ha conseguido ser agraciada con ninguno, no nos cabe ninguna duda de que es una cuestión de tiempo que por fin se le reconozcan sus magníficas dotes como solista y, por qué no, también como estilista del piano, faceta que domina por igual a la perfección.