CRÍTICADEMÚSICA
Beethoven contemporáneo
CLÁSICA Intérpretes: OJC , dirigida per Luis Gorelik. Obres de Beethoven i Ginastera. Sala: Auditori de Lleida. Fecha: 1 de marzo. ★★★★★
Si te encontraras a Luis Gorelik en un bar de La Panadella, con sus enormes dos metros y su cara de dueño de pizzería de Los Soprano, lo último que dirías es que es director de orquesta. El domingo demostró en el Auditorio de Lleida que lo es, y de los mejores, con una modélica lectura -sin partitura- de la Sinfonía Heroica de Beethoven. El director argentino piensa que una buena lectura de Beethoven es más contemporánea que la última tontería de Glass, y tú enseguida estàs de acuerdo con él (en lo de Beethoven y en lo de Glass). Gorelik ama los beethovenes enérgicos que nos legó Harnoncourt o los que hizo Gardiner el pasado mes de febrero en el Palau de la Música, pero no renuncia a algunos aciertos de las versiones hoy denostadas. El domingo, con la OJC, tenía una orquesta de 50 músicos, como la de Gardiner, pero con instrumentos modernos, y actuó en consecuencia. Leyó con mucho peso el lunático primer movimiento de la Heroica, en el que tantas cosas pasan: acordes iniciales en tutti, bitonalidad de trompa y violines antes de la reexposición, homenaje a Napoleón a ritmo de danza 3/4 en lugar del 2/4 o 4/4 de la (ejemplo canónico de oxímoron) música militar (lo que dice mucho de la música y de lo militar). También tuvo peso la marcha fúnebre, pero -¡qué gran acierto!- el tempo, sin perder dramatismo, caminó para que nunca dejara de ser una marcha. El scherzo, muy ágil, fue el que haría Gardiner. Y entusiasmaron las variaciones finales, con ese tema humilde que ahora ríe y ahora llora y ahora se divierte y ahora suplica y ahora canta y nunca aburre porque Beethoven, como la lluvia o los amaneceres, siempre es distinto. Antes de la Heroica hubo una obra dificilísima del potentísimo Ginastera, con mucha disonancia y un maravilloso ritmo malambo que combina diabólicamente compases binaros y ternarios, y que la OJC cuadró con mucha clase. Hubo ovación del público y más aún de la orquesta, que no se levantó cuando se lo pidió Gorelik para que todo el aplauso fuera para él, un privilegio reservado solo a los más grandes, y no estoy pensando ahora en su estatura.