Empaque y vitalidad

El concierto de jazz que, año tras año, celebra la UdL cada primavera, tuvo que ser pospuesto este año hasta nueva orden por culpa el dichoso confinamiento pandémico. Por fortuna, se ha podido reprogramar en el Jazz Tardor, luciendo, ni más ni menos, con la presencia de uno de los mejores saxofonistas españoles del último medio siglo. Y es que Perico Sambeat lleva más de treinta años codeándose con lo mejor del género, tanto a nivel nacional como el de allende nuestras fronteras. La afición local ha disfrutado muchas veces de su presencia, escuchándolo tocar saxos y flauta travesera en multitud de iniciativas grupales y navegando sobre sonoridades de muy diverso pelaje estilístico. Otra de sus características es su gusto indisimulado por variar a menudo de partenaires, siempre de gran calidad, en busca de nuevas experiencias musicales, facilitando a sus públicos descubrir a otros artistas más desconocidos por estos pagos. En esta ocasión, junto al eficaz y siempre preciso drummer irlandés Stephen Keogh –este sí, muy conocido por la afición leridana, por presencias anteriores aquí–, llegaron acompañando al de Godella tres estupendos intérpretes como el pianista Alberto Sanz, el contrabajista Toño de Miguel y, sobre todo, el trompetista Voro García, tristemente infrecuentes en Ponent. Juntos protagonizaron un espectáculo de altísimo voltaje jazzístico que nos acercó, una vez más, a la figura del gran Charlie Parker, recordando un concierto memorable del malogrado saxofonista norteamericano celebrado el Massey Hall de Toronto a principios de los años cincuenta del pasado siglo. Despacharon con enorme vitalidad y empaque interpretativo ese be-bop lustroso, dulce y elegante, tan característico de Perico Sambeat, que sus fieles paladines de esta ocasión nocturna apuntalaron como la ocasión merecía: ¡¡Fantásticamente!!