Sencillamente deliciosa

Sabíamos que Gemma Humet, uno de los grandes valores femeninos de la última generación de la canción de autor de Catalunya, abandonó su muy prometedora carrera como pianista clásica, optando por su auténtica pasión :interpretar profesionalmente composiciones propias. La verdad es que no le ha ido nada mal a la cantante de Terrassa, pues en estos casi diez años de trayectoria ha editado tres álbumes muy meritorios –Si canto enrere (2015), Encara (2017) y Màtria (2020)–, habiendo mejorado progresivamente todas sus prestaciones hasta convertirse en lo que es ahora mismo, un puntal más que consolidado de nuestra música, comprometida social y políticamente y, por fortuna, con un más que esplendoroso futuro próximo ante sí. El caso es que, hasta la fecha, es decir a tenor de sus tres o cuatro anteriores visitas a Lleida para actuar, nunca habíamos tenido ocasión de admirar en vivo sus envidiables aptitudes como teclista y siempre la habíamos escuchado acompañada de banda. En esta ocasión, con el único apoyo del contrabajista Pau Lligadas, que también añadió armonías vocales, Humet cantó casi entero su repertorio vespertino sentada frente a un piano de cola, evidenciando esa formación pianística soberbia que ostenta y que debería mostrarnos mucho más a menudo. El espectáculo fue sencillamente delicioso, combinando temas de su último disco, trufados de algunos más antiguos y, entre unos y otros, breves liaisons en las que nos fue explicando el porqué de las cosas de su bagaje musical. Desde sus aventuras y frutos comunes junto a otros compañeros de profesión hasta su joven y deseada maternidad, pasando por recuerdos familiares muy íntimos y, a veces, dolorosos y ese firme posicionamiento personal frente al entorno que defiende a capa y espada con decisión y encomiable entereza. Maravillosa.