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La Orquestra del Liceu, el pasado domingo en el Auditori de Lleida.

La Orquestra del Liceu, el pasado domingo en el Auditori de Lleida.MAITE MONNÉ

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CLÁSICA

Intérpretes: Orquestra del Liceu. Marc Minkowski, director.

Sinfonías Júpiter de Mozart y Patética de Chaikovski.:

Sala: Auditori de Lleida.

Fecha: 7 de febrero.

★★★★★
La orquesta del Liceu se crece cuando sale del foso y sube a un escenario. Más aún si la dirige un músico sabio como Marc Minkowski, que el pasado domingo hizo un Mozart para enmarcar en el Auditori. Es muy difícil hacer sonar fresca a una orquestra preparada para hacer wagners. Su Mozart fue ligero, enérgico, contrastado, histriónico, como debe ser, pero Minkowski dejó que una orquesta poderosísima se dejara ir, dando a cada tema su tempo. Hizo bailar a un oso como si fuera Nuréyev. En ese Mozart estaba casi toda la cuerda que luego haría el Chaikovski y nunca sonó pesado. El último movimiento de la Júpiter sonó tan deprisa que parecía que se la iban a pegar, pero no: todo respiró de forma modélica. En el inicio Minkowski ya nos había ganado cortando una frase con un silencio expresivo que nos hizo mirar a la persona de al lado con cara de asombro. Los silencios protagonizaron el concierto. También su contrario: una exuberancia sonora que desbordó la capacidad acústica del Auditori. El primer movimiento de la Patética conecta sin transición dos temas que no tienen nada que ver. Los unen misteriosos silencios, como si Chaikovski conociera una frase que leemos en la Antígona de Jean Anouilh: todo es mentira excepto lo que no se dice. El segundo y el tercer movimientos son divertimentos: un vals cojo en compás desigual de 5/4 (un, dos, tres; un, dos; un, dos, tres; un, dos) y una música marcial que de joven no me gustaba porque me parecía el himno de la Marina y de viejo me gusta porque soy menos ignorante. Los silencios del inicio se repiten en el último movimiento y nos llevan al devastador silencio final, roto el domingo por unos aplausos que no respetaron el minuto de recogimiento que debe acompañar a semejante conmoción. Música enorme en la que brilló una cuerda impresionante y en la que los contrabajos, colocados, por razones sanitarias, frente al director, dieron un recital inolvidable.
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