Bonhomía a raudales

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Venciendo restricciones geográficas y ambientales varias se hizo bueno ese dicho de “si la montaña no va a Mahoma, pues Mahoma irá a la montaña”, y para Huesca que nos fuimos para escuchar tras un montón de años al cantautor Javier Bergia. No en vano, si exceptuamos sus diversos viajes a Ponent formando parte como percusionista lustroso del combo de Ismael Serrano, Bergia no pisaba ninguno de nuestros escenarios protagonizando algún espectáculo con su propio nombre desde el año 2001, cuando actuó en la Universitat de Lleida.

Guardábamos especial buen recuerdo de aquella cita y, la verdad, no acabábamos de entender las razones de una ausencia entre nosotros tan prolongada, teniendo en cuenta su enorme grandeza como artista, brillante compositor y extraordinario multinstrumentista pero, lo más importante, por una bonhomía y humanidad que llaman la atención. .

El caso es que, ante un buen número de fieles seguidores locales y aquellos que no quisimos perdernos la oportunidad de volverlo a escuchar, Bergia ofreció un estupendo collage musical con canciones extraídas de bastantes de sus álbumes pero, sobre todo, de Divina Comedia, su disco aparecido hace un par de años y que tan buenas melodías atesora.

Con su habitual buen humor y marcado sarcasmo durante las presentaciones de cada uno de los temas, lo que hizo las delicias de los asistentes al concierto, el madrileño nos regaló un recital modélico de canción de autor, en el que no faltaron diversos homenajes a héroes musicales suyos y de todos, como Rodrigo García y José María Guzmán, miembros del mítico cuarteto CRAG; Hilario Camacho, o el Gracias a la vida de la malograda Violeta Parra, que sirvió para cerrar el evento agradeciéndonos a todos nuestra presencia en estos tiempos de triste pandemia. También se las damos nosotros al gran Javier Bergia por su talento, hermosa obra y por su amistad de tantos y tantos años.