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CRÍTICADEMÚSICA

JAVIER DE CASTRO

Fado de ida y vuelta

La cantant Andrea Imaginario, en el seu recital a la Seu Vella.

La cantante Andrea Imaginario, en su recital en la Seu Vella. - J.C.

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FADO

★★★★✩

La cantante venezolana Andrea Imaginario fue la protagonista de la segunda cita del festival Interfado en Lleida, con un concierto en la Seu Vella, coincidiendo con una nueva edición del ciclo Nits de Lluna plena al claustre, aunque el concierto se celebrara finalmente en el interior del recinto por si las abundantes nubes que se habían dado cita en el cielo decidían darse rienda suelta y aguarnos la velada. Acompañada por dos músicos jovencísimos aunque excelentes, Miguel da Silva a la guitarra portuguesa y Manuel Ferreira a la guitarra clásica, Imaginario sacó adelante, con gran acierto para regocijo del numero público que llenó nuestro más significado espacio religioso, su espectáculo Saudades, mediante un repertorio de sonoridad intercultural con una muy personal fusión de fado y música iberoamericana, sobre todo la de su país. Y es que esta estupenda cantante, como nos lo demostró la noche del sábado sin paliativo alguno, ha logrado construir un recorrido musical de ida y vuelta trayendo hasta el cono sur el fado luso para dotarlo de algunas señas identitarias de diferentes palos folklóricos tradicionales de Venezuela y de otros territorios limítrofes, devolviéndolo a Portugal y al resto del continente europeo, insuflado de nuevos ritmos y sonoridades la mar de sugerentes. El recital de Imaginario nos reveló, además de a una intérprete soberbia, a una gran comunicadora pues nos brindó una auténtica lección de literatura comparada, de la cual es gran especialista. Canción a canción, nos fue explicando cómo el fado, un género inicialmente surgido en los arrabales y barrios más humildes de Lisboa, con letras sencillas, cercanas primordialmente a la cotidianeidad y cuitas del pueblo, se fue insuflando, poco a poco, de textos más cultos a base de versos de grandes poetas y escritores portugueses como Luis de Camoens o Fernando Pessoa, convirtiéndolo temáticamente en algo más transversal y universal. La simpatía y locuacidad de esta artista con estilo propio marcado por la dulzura característica de su timbre de voz, que cantó en portugués y español, nos regaló una preciosa velada demostrando, una vez más, que este género aparentemente anclado en la tradición está abierto a cualquier aditamento sonoro o formal que cualquiera se aventure a aplicarle. Si es con buen gusto y respetando ciertos cánones, la cosa funciona, seguro y, como en este caso, con imaginario propio.

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