Gran calado sonoro
ROCK PROGRESIVO
★★★★
No cabe duda, suele ser infalible el imán que suponen los grandes nombres de la historia de la música moderna y el atractivo de poder ver las evoluciones en vivo y en proximidad de tal o cual músico, cuya aportación suele ser considerada mayúscula y trascendente en el contexto general del pop-rock en cualquiera de sus múltiples acepciones interpretativas. Así, la segunda oportunidad de poder ver y escuchar al guitarrista y flautista Martin Lancelot Barre, otrora miembro fundamental de los legendarios Jethro Tull junto al instrumentista cantante y compositor Ian Anderson, se vio premiada por una respuesta masiva de fans, tanto locales como –muchos de ellos– llegados de diferentes lugares de nuestra geografía y pese a lo inclemente de la fecha, en plenas vacaciones estivales. En una sala La Boîte muy llena de público veterano y mayoritariamente masculino, y que sonó aceptablemente bien pese a su compleja distribución estructural, la banda formada por Martin Barre a la guitarra, flauta y armonías vocales; Alan Thompson al bajo; Terl Bryant a la batería, y Dan Crisp voz solista –y mimética a la del líder de los Jethro en muchos pasajes de la actuación–, desgranaron Aqualung, quizás el más mítico de sus álbumes que no de los más vendidos, pero que recientemente ha cumplido medio siglo de su lanzamiento, y ha vuelto a editarse con toda pompa y numerosos añadidos e inéditos. Pese que el disco homenajeado en esta gira fue esencialmente un híbrido de folk-rock de raíces medievales, psicodelia y jazz-blues, ejecutado con la maestría instrumental del progresivo típico de principios de los setenta, en esta ocasión la banda lo presentó con un acento mucho más hard, que hizo las delicias de muchos de los presentes, seguramente más fieles al heavy y a otros ritmos y riffs de contundencia común. Una hora y media larga de espectáculo, aproximadamente, que se nos pasó en un suspiro y que dejó en el ambiente, bien a las claras, una magnífica sensación de que lejos de los grandes eventos en espacios gigantes y público de postureo con móvil en ristre, aún es posible disfrutar en petit comité y a escasos metros del escenario, con enormes músicos de grandes y frondosas trayectorias, capaces de ponernos la piel de gallina con varios solos preciosistas y de gran calado sonoro.