Nostálgica y bella
FADO
★★★★✩
Ya hace algunas ediciones que el Interfado, Festival Internacional de Fado de Catalunya, apostó por ensanchar sus límites geográficos, programando en el territorio, con innegable éxito, algunos de sus eventos para hacer llegar a otras latitudes, más allá de la propia capital de Ponent, este estilo musical nacido en Portugal pero que tantos adeptos tiene en lugares inimaginablemente lejanos de su cuna original. En esta ocasión, una de las nuevas ubicaciones elegidas fue L’Espluga Calba (Les Garrigues) y, el escenario concreto, su castillo, colocándose el concierto en esa sala singular presidida por un llamativo mural al fresco, donde al más puro estilo Boticelli están retratados unos cuantos miembros del consistorio municipal. El caso es que, debido a la alta expectación levantada por el anuncio de la organización de que la principal artista del cartel de este año sería la fadista franco-portuguesa Bévinda, repitiendo en el festival cuatro años después, y cuyas tres actuaciones se iban a desarrollar en Lleida, La Seu d’Urgell y esta de L’Espluga, enseguida se colgó el cartel de “todo vendido” y, en el caso de la bellísima localidad garriguenca, vio reunirse a un nutrido público, serio, educado y muy receptivo, que respondió con enorme calidez y admiración a esta artista, especie de simbiosis entre Amalia Rodrigues y Edith Piaff. Acompañada por dos magníficos instrumentistas, Giles Clément, a quien ya conocíamos de un encuentro anterior de la cantante en Lleida, y Misja Fitzgerald Michel, de indisimulada formación jazzística, que alternaron guitarras acústicas y eléctricas dando una cobertura de alta calidad a la no menos evocadora y bellísima voz de la artista de Fundao. El repertorio que nos regaló, muy aplaudido, giró en una alternancia bien medida de portugués y francés, presentando diversas interpretaciones de temas extraídos de su más reciente entrega discográfica, el álbum Gêmeos (2024), con composiciones propias y ajenas, que redunda temáticamente en los amores estimados y amigos desparecidos prematuramente y demasiado jóvenes, aunque no desde una perspectiva triste sino absolutamente nostálgica y bella..., como la propia Bévinda.