Química espiritual
JAZZ
★★★★★
El lenguaje del jazz es universal. Y para muestra un botón, este de la formación Soul Chemistry que acaba de actuar en un Teatre de l’Escorxador recién remozado –¡Qué alegría!–. Liderados por el saxofonista de Kentucky, Vincent Herring, juntos conviven estupendos músicos de hasta cinco nacionalidades: desde el pianista germano Urs Hager, al baterista de Suiza Joris Dudli, pasando por nuestro paisano el contrabajista Ignasi González y, la gran sopresa de la sesión, la saxofonista y flautista nipona Erena Terakubo que ejerció de guest star. Y es que las nacionalidades no tienen importancia cuando de lo que se trata es de conjugar talento inmenso y donde las palabras no importan, porque lo que se impone son la pericia y calidad individual de cada uno para alcanzar el bien común; como en este caso que nos ocupa, un jazz de altísimo nivel que hizo las delicias del público que de manera masiva acudimos al reclamo de intérpretes de tanta enjundia. A aquellos que, quizás, se lo perdieron y no conozcan a estos grandes músicos, les reto a que hurguen en internet y encuentren uno por uno, los currículums de todos, y comprueben sus respectivas trayectorias. Verán que en sus biografías profesionales se amontonan docenas de nombres trascendentes de la historia del jazz de las últimas siete décadas, con los que han actuado a lo largo y ancho del mundo o participado en centenares de grabaciones para las mejores disqueras del género de ambos lados del Atlántico, muchas merecidamente galardonadas.En la afortunada sesión vespertina que nos ha permitido verlos actuar juntos por primera vez, gozamos de un muy agradable acercamiento al jazz modeno, sobre todo be-bop aunque bien trufado de swing, de enérgica sonoridad contemporánea y, como reza la propia denominación de la banda, también mucha química y espiritualidad. Lo mejor de todo fue descubrir y ver las evoluciones de la japonesa Erena Terakubo, enorme instrumentista y compositora, en la que se concentran diversas características poco frecuentes en el mundo de jazz y que, todas juntas, la convierten en rara avis del género. A saber, tocar maravillosamente varios instrumentos de viento; ser una escritora de canciones de altísimo nivel; provenir de un país donde no abundan jazzeros, o al menos del que nos llegan pocos aquí; y, cómo no, ser mujer pues el jazz ha tenido, desde siempre, muchas vocalistas, aunque bastantes menos instrumentistas. Esta edición estamos de suerte, también hemos gozado de Eri Yamamoto, otra excepcional artista.