Sencillamente, espléndidos
JAZZ
★★★★✩
Aunque Enric Peidro nos ha visitado con anterioridad en bastantes ocasiones, la verdad es que nunca antes nos habíamos centrado en su figura individual, más allá de reseñarlo en cada ocasión en el contexto grupal del combo con el que actuaba, eso sí, haciéndonos eco siempre de su maravillosa técnica instrumental individual y de su más que reseñable y distintiva sonoridad. No cabe duda que hablamos de un músico, autodidacta –casi–, tan singular como poco común en el panorama del jazz español, que público y crítica han calificado con frecuencia de outsider y “estilista nadando a contracorriente”, pues desde sus inicios ha practicado un estilo al saxo tenor fuerte y profundo equiparable e influenciado de grandes clásicos como Coleman Hawkins, Don Byas, Ben Webster, Lester Young, Benny Carter y otros de generaciones posteriores, como Pau Gonsalves, Illinois Jacquet, Zoot Sims o Buddy Tate, entre muchos otros de los tiempos dorados del género. En esta ocasión el saxofonista tenor nacido en Alcoi, se rodeó de una pléyade de magníficos acompañantes para conformar un espectáculo de lo más atrayente titulado, muy a propósito, Mr. Rabbit. The Legacy of Johnny Hodges, basado en la figura y la obra del que fue, seguramente, uno de los mejores escuderos de los tiempos más gloriosos del gran Duke Ellington. Haciendo tándem de solistas junto al fino y elegante holandés Frank Roberscheuten (saxo alto), debutante ante la afición local, y flanqueados ambos por el portentoso pianista italiano Luca Filastro –¡qué gran descubrimiento!–, y la base rítmica compuesta por el preciosista y preciso batería teutón Michael Keul y la poderosa contrabajista barcelonesa Queralt Camps, rara avis, con un instrumento “poco femenino” históricamente, aunque, como en su caso, estén surgiendo últimamente buenos ejemplos de empoderamiento, como Esperanza Spalding o la también barcelonesa Giulia Valle. Nos ofrecieron un muy interesante acercamiento a la figura y la obra de Hodges, trayéndonos a la memoria composiciones propias u otras de gente diversa que él arregló e hizo suyas en el seno de la gran orquesta del ‘duque’ durante varias décadas. La sesión fue, sencillamente, espléndida, brillando los cincos músicos a gran altura tanto en las partes solistas de cada uno, como en aquellas en las que todos lograron acoplarse y sonar de una manera del todo espectacular. No olvidar, tampoco, el magnífico feed-back logrado con el público por parte de ambos saxofonistas, cuya su simpatía no dejó a nadie indiferente y que fue in crescendo desde el instante inicial del recital hasta el postrer bis aplaudidísimo por todos, tras hora y media larga de jazz de altísima escuela, ejecutado con enorme pasión y entrega por cinco estilistas de notable envergadura. Sin duda, otro gran acierto musical a anotar en el haber de este JazzTardor. Y ya van..