De menos a más
POP-FOLK
★★★✩✩
No cabe la menor duda, la sombra de los Manel es larga y muy ancha. Si no, que se lo pregunten al bueno de Guillem Gisbert, el otrora cantante de aquella banda barcelonesa que batió records de venta no únicamente en Catalunya. Les recuerdo que Gisbert, Maymó, Vallbé y Padilla lograron, de forma absolutamente sorpresiva, acaparar el top de ventas español con sus tres primeros álbumes cantados en catalán, Els millors professors europeus (2008), 10 milles per veure una bona armadura (2011) y Atletes, baixin de l’escenari (2013), protagonizando una especie de fenómeno sociológico desconocido que no se producía en este país desde los tiempos en que Joan Manuel Serrat logró hacer algo parecido hacia finales de los sesenta y comienzos de los setenta. Más tarde vendrían tres nuevas entregas de estudio de larga duración: Jo competeixo (2016), Per la bona gent (2019) y L’amant malalta (2021), en una búsqueda continua de nuevas sonoridades que los hizo transitar de la música electrónica hasta el indie, pasando por el rap o el hip-hop, además de un EP de edición limitada en 2021, tras la pandemia, con tres temas, que sería la antesala del anuncio de la banda de tomarse un respiro momentáneo para adoptar cada miembro decisiones profesionales en caminos divergentes al resto. Para Gisbert, quen además de cantante fue el letrista de muchas –la mayoría– de las canciones de Manel y coautor, junto a sus tres compañeros, también de las músicas, tomar un rumbo opuesto al de su antiguo grupo habrá sido complicado pues, al parecer, la forma de trabajar del cuarteto era una muy concreta, basada en la amistad y el entendimiento artístico. En cambio ahora, al cantante le ha tocado buscar gente alternativa para adaptarse a ellos y viceversa, y encontrar un concepto y desarrollarlo musicalmente de forma diferente a como venía haciéndolo. Al álbum de debut en solitario lo ha titulado Balla la masurca! (2024), una obra de la que, por primera vez, ha sido responsable absoluto, con composiciones brillantes escoradas hacia esa línea onírica propia típica pero tan habitualmente extraña y difícil de desentrañar. Tonadas como Les dues torres, Càntiga de Montse, Els gegants de la ciutat, Waltzing Matilda, L’home realitzat, Empatia total, Miracle a les Planes, Les aventures del general Lluna o la que otorga título al álbum, Balla la masurca!, guardan ciertos puntos de similitud estética con su obra grupal anterior, aunque su plasmación en el directo ha puesto de manifiesto el rastreo por parte de Gisbert de nuevos caminos expresivos e interpretativos, y hasta una ruptura en cuanto a su plasmación escénica con pasos de baile singulares y una luminotécnica arriesgada, impensables en la época de Manel. El caso es que, con muy poco diálogo hacia el público –quizás por timidez, quién sabe– pero muy bien arropado por un trío instrumental y de apoyo vocal formado por Glòria Maurell (percusión y batería), Arnau Grabolosa (guitarra, bajo y teclados) y Jordi Casadesús (guitarra, bajo y programaciones), este primer espectáculo de Guillem Gisbert en Lleida fue de menos a más, logando convencernos finalmente de que esta nueva y ya sugerente singladura recién emprendida alcanzará buen puerto, más pronto que tarde. Seguro.